Al Campesino
en su día
Al 1er.
Festival Regional del Poncho y Sombrero
Por los 25
años del estreno de la película “Los ronderos”
Casi siempre que nos visita una personalidad importante, un
funcionario del Estado de gran nivel o un político en campaña, se les hace
entrega de un sombrero, un poncho o un machete, como recuerdo de su estancia en
Chota, como emblema de reconocimiento a su labor benéfica, o como demostración
simbólica de la idiosincrasia chotana: generosidad, laboriosidad y rebeldía.
Han recibido estos emblemas algunos visitantes muy dignos, en cambio
también se les ha entregado a otros personajes tan nefandos (como al reo por
robo y asesinato Fujimori). Pero se ha obviado ofrecer estas preseas a personas
notables que silenciosamente han hecho mucho más que cuantos las han recibido.
El sombrero, el poncho y el machete, como signo de los tiempos y la
invasión e imposición de nuevos usos y costumbres, están siendo relegados a una
población cada vez más reducida, de la cual muchos sienten hasta
vergüenza.
En un periodo violento de nuestra historia, a consecuencia del
movimiento antidictatorial de 1924, se prohibió el uso del machete y los que
llevaban poncho tenían que usarlo al hombro, para mostrar que no portaban ese
instrumento de trabajo y de defensa. En los años aurorales de las rondas
campesinas el Estado emprendió tenaz persecución a través de las fuerzas
policiales a quienes portaban machete.
No obstante el paso del tiempo: sombrero, poncho y machete serán junto
a otros distintivos de la identidad chotana, los símbolos de su generosidad,
laboriosidad y rebeldía: para quitarse el sombrero ante quien lo merece, no dejarse
pisar el poncho ante el abuso y la arbitrariedad, y cortar, con el machete, las
manos de la corrupción.
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