domingo, 18 de mayo de 2014

La platita hermanito, la platita

A un conocido dirigente local del MAS un colega suyo le increpó: “Profesor, cómo es que se van a unir con el Dache Ticlla”,  a lo que el aludido dirigente sin el menor escrúpulo contestó: “La platita hermanito, la platita”. Es decir, en el mejor estilo de oportunismo y corrupción política, de degeneración ideológica y de sinvergüencería militante, esta clase de “izquierdistas” es la que mandó la Izquierda a la fosa, abandonó principios y se incorporó a un modo de vida denigrante.
Lo que el sociólogo francés Francois Bourricaud llamó “el estilo de las maniobras” para señalar esa conducta del aprismo que se inició en 1956 que consiste en compromisos políticos  y alianzas retorcidas e indignas, cuando el objetivo de ganar las elecciones está de por medio, también se puede aplicar a aquellos “camaradas” que quieren hacer de los municipios y la región la fuente de sus apetitos y el sustento de sus bolsillos.
Nada diferencia hoy a un partido de otro, a un gobernante de otro, a un candidato de otro. Con mucha razón José Ingenieros decía: “En todas las doctrinas pueden cobijarse dignos y buscavidas, virtuosos y sinvergüenzas”. Sobre todo en esta época donde la política ha dejado de ser la ciencia del buen gobierno, para convertirse en un modo de vida fácil y una forma de enriquecerse ilícitamente a costa de tontos útiles llamados electores.
“La platita hermanito, la platita” es una de esas frases que el subconsciente traiciona y aflora en la boca de nuestros dirigentes, políticos y candidatos, y para lograr ese fin está la maniobra política de uso tan frecuente como indignante. De tal modo que ya sabemos para que se esfuerzan en alianzas políticas que más parecen matrimonios por conveniencia con testigos falsos e invitados fantasmas.