sábado, 29 de mayo de 2010

La ética, una necesidad en educación

Un lector muy acucioso de este semanario (Amor y Llaga) y por añadidura amigo nuestro, nos ha transmitido un comentario que con seguridad también comparten otros lectores: que solamente criticamos la corrupción en la gestión municipal y descuidamos la podredumbre y el hedor que igual existe en otros sectores públicos, y nos precisa por ejemplo, el de educación.

Nuestro lector y amigo tiene razón. Pero que la gestión municipal tenga mayor cobertura y mayor espacio para la denuncia, el cuestionamiento, el reclamo, la crítica, no significa por cierto que nuestra indignación es menor frente a cualquier acto de corrupción en otros sectores, particularmente en educación, en el que muchas veces los propios gremios sindicales, mejor dicho sus malos dirigentes, si no son autores al menos son cómplices permisivos de esa aberración estatal.

Es allí donde se han formado castas de funcionarios con poderes fácticos en asuntos claves de nombramientos, contrataciones, reasignaciones, de modo tan evidente que se ve cosa tan normal la exigencia de coimas y prebendas para lograr algún puesto en el magisterio.

De otro lado, si convenimos que la misión de la educación no es sólo la de impartir conocimientos, sino esencialmente de conducir a la niñez y la juventud por el camino de los valores éticos y de formar a los futuros ciudadanos y la moralidad de las futuras autoridades, nos preguntamos qué clase de niños y de jóvenes, de ciudadanos y de autoridades se forman con ejemplos tan devastadores de la moral y la ética.

El padre Gustavo Gutiérrez afirma que “una de las necesidades políticas más grandes que tiene el país es la moral, la ética”. Contemporizando con su pensamiento diremos que la moral, la ética también es una necesidad en educación.
Amor y Llaga N° 378

sábado, 15 de mayo de 2010

Un final con poncho y sombrero

“Atiendan los que gritan Severiano: ustedes, a quienes han votado a lo largo de la historia, miren su conciencia, se dejaron engañar. Esto les pido: no se vuelvan a dejar engañar. Piensen, que para eso tenemos la cabecita. Aparte para llevar con orgullo este hermoso sombrero chotano, la cabeza está para pensar. Pensemos a quién, por qué y para qué damos el voto. Exijamos dignidad y los derechos. Esa es mi lucha, que todos los chotanos de hoy en adelante no bajen la cabeza, no vengan un día y otro día, que levanten su dignidad y sus derechos sean cumplidos. En esta lucha sí estaré con todas las comunidades, con el pueblo de Chota. ¡Viva Chota carajo!”

Con estas frases, el padre Severiano dio por terminada explícitamente su anunciada, propuesta y aspirada candidatura a la alcaldía de Chota, ya sea personal o por interpósita persona, a través del nonato movimiento político “Mi niña Chota” o a través de un vientre de alquiler que podría haber sido cualquier agrupación política inscrita que acogiera esa noble pretensión.

Pero más allá del final de una aspiración política, el transcrito segmento de su discurso del domingo pasado es plausible y merece colocarse en grandes gigantografías para que cada elector consciente, cada ciudadano responsable y cada chotano digno, no se vuelva a dejar engañar por tanto mercachifle de baratijas que aparece, desaparece y reaparece en las lides electorales.

Pensemos a quién, por qué y para qué damos el voto. Por supuesto que un ciudadano consciente, responsable y digno no lo hará para buscar un beneficio personal, para esperar una compensación con un cargo o puesto de trabajo o para medrar y llenarse los bolsillos a costa de las arcas públicas con licitaciones amañadas.

La lucha por los derechos y dignidad del pueblo chotano no culmina en las elecciones. Es una lucha permanente y dura contra viento y marea.

domingo, 9 de mayo de 2010

¿Democracia en ciernes o candidatos podridos?

Hasta el momento tenemos siete candidatos al sillón municipal en ciernes. Y tal vez otro tanto en fase de anidación. Los hay serios y convincentes (¿?), histriónicos y contorsionistas, sinvergüenzas y arrogantes. El espectro es variado, para todos los gustos, todos los intereses, todas las aficiones.

Eso es democracia, dicen muchos sin reparar más allá de las formas. El pueblo decide a quien da su voto. El pueblo es el soberano y su voluntad se refleja en las urnas. La voz del pueblo es la voz de dios.

Todos estos conceptos aceptados maquinalmente se escuchan con frecuencia en estas lides electorales en boca de los políticos y repiten, también maquinalmente, los medios de comunicación, por no decir periodistas profanos y utilitarios.

Democracia no es solamente elegir, porque como se constata, las elecciones están plagadas de manipulaciones de todo tipo: candidatos que usan (por no decir roban) los recursos públicos para financiar sus campañas, poderosos intereses económicos financian éstas por lo bajo a cambio de favores en las contrataciones y adquisiciones (programa vaso de leche, por ejemplo), se compra la conciencia y el voto de electores con engaños y dinero. En fin, las mafias han inventado una serie de artimañas para ganar. Han construido una forma de democracia para lucrar, en nombre del pueblo y en nombre de dios.

En sentido contrario, tendremos una auténtica democracia cuando seamos implacables contra la corrupción y los podridos, cuando el poder -como señala el escritor español Alberto Vásquez Figueroa- no parezca una presa ansiada por todos cuantos pretenden enriquecerse rápidamente.

sábado, 1 de mayo de 2010

Caudillos y mesías

Caudillos y mesías han surgido a lo largo de nuestra historia, con fuertes incidencias en ciertos periodos caracterizados por crisis severas, hasta el grado de convertirse en perversos fenómenos sociales y políticos: el caudillismo y el mesianismo como formas funestas de liderazgo.

Los caudillos y mesías tienen, por supuesto, arraigo popular, arrastre, jale, carisma, mueven masas, son reconocidos por su verbo, su trabajo o sus obras (falsas o reales), su generosidad (sincera o hipócrita), se rodean de incondicionales, encandilan a la gente con sus proezas hasta colocarse una aureola de salvadores del pueblo.

Los caudillos y mesías de nuestra historia (nuestra historia reciente es más patética), se han tornado luego en dictadorcillos y tiranuelos o dictadores y tiranos, y han hecho y deshecho de la administración pública a su regalada gana. Han echado mano a los recursos y bienes públicos como a su propia bolsa, y han generado un apurado desgobierno y una corrupción galopante.

Algo o más de lo mismo puede repetirse si en las próximas elecciones municipales y regionales no enfrentamos con lucidez y firmeza nuestro derecho a elegir, si el pueblo o mejor dicho, si los electores siguen impresionados por las trampas que los caudillos y mesías nos tienden, si la política se concibe como el arte y artificios para llegar al poder y gobernar sin ética ni control.

Contrariando a Arturo Pérez-Reverte, que nuestro pueblo no merezca la historia y los gobernantes que tiene.

Publicado en Amor y Llaga N° 375