sábado, 23 de junio de 2012

Sombrero, poncho y machete


Al Campesino en su día
Al 1er. Festival Regional del Poncho y Sombrero
Por los 25 años del estreno de la película “Los ronderos”

Casi siempre que nos visita una personalidad importante, un funcionario del Estado de gran nivel o un político en campaña, se les hace entrega de un sombrero, un poncho o un machete, como recuerdo de su estancia en Chota, como emblema de reconocimiento a su labor benéfica, o como demostración simbólica de la idiosincrasia chotana: generosidad, laboriosidad y rebeldía.
Han recibido estos emblemas algunos visitantes muy dignos, en cambio también se les ha entregado a otros personajes tan nefandos (como al reo por robo y asesinato Fujimori). Pero se ha obviado ofrecer estas preseas a personas notables que silenciosamente han hecho mucho más que cuantos las han recibido.
El sombrero, el poncho y el machete, como signo de los tiempos y la invasión e imposición de nuevos usos y costumbres, están siendo relegados a una población cada vez más reducida, de la cual muchos sienten hasta vergüenza.   
En un periodo violento de nuestra historia, a consecuencia del movimiento antidictatorial de 1924, se prohibió el uso del machete y los que llevaban poncho tenían que usarlo al hombro, para mostrar que no portaban ese instrumento de trabajo y de defensa. En los años aurorales de las rondas campesinas el Estado emprendió tenaz persecución a través de las fuerzas policiales a quienes portaban machete.
No obstante el paso del tiempo: sombrero, poncho y machete serán junto a otros distintivos de la identidad chotana, los símbolos de su generosidad, laboriosidad y rebeldía: para quitarse el sombrero ante quien lo merece, no dejarse pisar el poncho ante el abuso y la arbitrariedad, y cortar, con el machete, las manos de la corrupción.

Los ronderos


El 24 de junio de 1987, a pocos días de la matanza de Santa Clara, se estrenó la película nacional Los ronderos, producida y dirigida por la cineasta noruega Marianne Eyde. Protagonizada por un elenco de 350 campesinos, profesores y aficionados al teatro, la película narra en la ficción artística los momentos dramáticos y cruciales de la organización y el desarrollo de las rondas campesinas de Chota. Tras un importante éxito en el Cine Teatro de nuestra ciudad y en las salas de Chiclayo, Trujillo y Chimbote, el filme se estrenó en las salas de Lima el 29 de octubre del mismo año, obteniendo una expectante acogida y los comentarios favorables de la crítica especializada.
Luego de una rigurosa labor de investigación de algo más de tres años por parte de la cineasta y el apoyo de un selecto equipo de trabajo, entre los que se contó con Oscar Sánchez Ruiz, coguionista de la película, se recogió toda la documentación y testimonios para perfilar la ideología, idiosincrasia, tradiciones, costumbres y prácticas diarias de los campesinos chotanos perfilados en la organización de las rondas campesinas, creación auténtica que movilizó a las masas campesinas para acabar con flagelos como el abigeato, la delincuencia y la criminalidad en el campo, por un lado, y para hacer respetar sus derechos y reivindicaciones sociales, por otro lado.
Por ello, a veinticinco años del estreno de esta película, si bien las circunstancias de la protesta social en Cajamarca y provincias han dificultado el desarrollo de iniciativas para tal conmemoración, es menester reconocer la labor cultural emprendida por la cineasta Marianne Eyde y la proyección de Los ronderos en la configuración del ideario ronderil.

sábado, 16 de junio de 2012

LA MATANZA DE SANTA CLARA (I)


El 15 de junio, se han cumplido veinticinco años de la masacre en la ex hacienda Santa Clara (hoy perteneciente al distrito de Chalamarca, provincia de Chota), donde en forma aleve y cruel fueron asesinados ocho campesinos: Oscar Pacífico Regalado Benavides, (36 años), dirigente rondero, Eduardo Zavaleta Vásquez (17), Florinda Chuquimango Cercado (56), Germán Miranda Bardales (35), Amado Ruiz Guevara (34), Emperatriz Benavides Bautista (39), Augusto Cortez Sánchez (50) y Feliberto Montenegro Aguilar (46), y además de una docena de heridos y 21 campesinos detenidos.
Este hecho sangriento y lamentable, a manos de los efectivos de la “policía de asalto” (así se denominaba este cuerpo de élite) de la entonces 65° Comandancia de la Guardia Civil, con conocimiento y autorización del Fiscal Provincial, se produjo dentro de un contexto nacional de constante violación de los Derechos Humanos y de represión a los movimientos sociales y populares, que también caracterizó al primer gobierno del presidente García.
Los ocho campesinos fueron cruelmente ultimados con armas de guerra (fusiles AKM) como se concluyó con las autopsias practicadas a los cadáveres: Pacífico Regalado: múltiples heridas de bala en el tórax, Gilberto Montenegro: perforación del corazón, Emperatriz Benavides: destrucción del hígado y riñón, Florinda Chuquimango: estallido del cráneo, Eduardo Zavaleta: heridas en el cráneo, Germán Miranda, múltiples heridas en el tórax, etc. Lo que revela la ferocidad con que actuaron los 32 subalternos, un teniente y un alférez, bajo el mando del mayor Wilther Zeballos Velásquez.
El presidente García, tres meses después (agosto 1987), en la plaza de armas de Cutervo, dijo: “Maldito, mil veces maldito aquel que mata un rondero”. Van a cumplirse veinte años de aquel deplorable acontecimiento que enlutó a los ronderos del país. Durante su segundo gobierno ni honró su palabra menos hizo justicia a los campesinos.

LA MATANZA DE SANTA CLARA (II) (450 balas AKM vs. 8 machetes, 1 hacha y 1 máuser viejo)


El 15 de junio de 1987, a las dos de la tarde, cuando aproximadamente doscientos campesinos (hombres, mujeres y niños) se encontraban en el portal, a unos cien metros de la casa-hacienda de Santa Clara, reunidos en asamblea previamente concertada en horas de la mañana con un oficial de la policía, con el propósito de entablar diálogo y solucionar el problema de la ocupación de tierras, la ventas de parcelas y evitar el inminente desalojo, arribaron los efectivos de la guardia de asalto, rodearon a los campesinos y ante un incidente que pudo haberse superado de haber existido una predisposición al diálogo por parte del jefe del operativo, comenzaron a disparar a mansalva contra la muchedumbre que huía despavorida, e incluso uno de los peones de la hacienda que pasó al lado de los efectivos policiales señalaba a los dirigentes. Los ocho campesinos muertos fueron traslados a la morgue de Chota en una camioneta de nombre “Superman”, alquilada por la hacendada, en tanto que los veintiún detenidos iban encima de los muertos.
Esta breve síntesis de los luctuosos hechos de aquel día, nos indican grosso modo el actuar de las fuerzas del orden y del Ministerio Público. Dos días después de lo ocurrido, arribó una comisión de oficiales de la Guardia Civil, presidida por el coronel Javier del Busto Duthurburu, que en su informe al general jefe de la Segunda Región de las Fuerzas Policiales, no hace sino justificar la actuación de los efectivos policiales y la matanza de campesinos, por el “tinte político” de sus dirigentes de tendencia izquierdista, para resguardar la integridad física de cuatro policías “secuestrados” y defender el principio de autoridad, la seguridad y la propiedad privada, etc. Sin embargo, contradiciendo su propia versión de que fueron atacados por los campesinos, el informe indica que se constató el uso de 450 cartuchos calibre 7.62 mm de fabricación norcoreana (es decir, de fusiles AKM, que sólo los usó la policía). En cambio la comisión de oficiales, muy airosa, mostró en forma sarcástica ocho machetes, un hacha, unas botellas, mechas y un máuser viejo, decomisados a los campesinos atacantes.
La matanza de los ocho campesinos en Santa Clara, ha quedado impune. El fiscal provincial de entonces –Ciro Carhuaya Quintana– abdicando de su función de conducir la investigación del delito y ejercer la acción penal ante el Poder Judicial, derivó la denuncia ante el fuero privativo policial de Chiclayo; no denunció el asesinato de los ocho campesinos, pero sí denunció a éstos por violencia y resistencia a la autoridad. ¡Qué irónica burla!

LA MATANZA DE SANTA CLARA (III) Pacífico Regalado: mártir rondero


En esta breve memoria de esa lamentable pérdida de vidas humanas que fue la masacre de campesinos en Santa Clara, no se puede obviar la figura de uno de los ocho mártires ronderos: Oscar Pacífico Regalado Benavides. Su muerte no fue un hecho casual ni producto de las circunstancias. La policía sabía perfectamente que era el principal dirigente y por ello tenía que ser eliminado.
Pacífico Regalado nació el 14 de diciembre de 1950, en la estancia de Numbral, perteneciente hoy al distrito de Chalamarca. Hijo de un modesta familia campesina formada por Germán Regalado Vásquez, su padre, y Hermelinda Benavides Tantajulca, su madre. on los efectivos de la guardia de asalto, rodearon a los campesinos y ante un incidente que pudo haberse superado de haber existido una predisposición al diálogo por parte del jefe del operativo, comenzaron a disparar a mansalva contra la muchedumbre que huía despavorida, e incluso uno de los peones de la hacienda que pasó al lado de los efectivos policiales señalaba a los dirigentes. Los ocho campesinos muertos fueron traslados a la morgue de Chota en una camioneta de nombre “Superman”, alquilada por la hacendada, en tanto que los veintiún detenidos iban encima de los muertos.
Esta breve síntesis de los luctuosos hechos de aquel día, nos indican grosso modo el actuar de las fuerzas del orden y del Ministerio Público. Dos días después de lo ocurrido, arribó una comisión de oficiales de la Guardia Civil, presidida por el coronel Javier del Busto Duthurburu, que en su informe al general jefe de la Segunda Región de las Fuerzas Policiales, no hace sino justificar la actuación de los efectivos policiales y la matanza de campesinos, por el “tinte político” de sus dirigentes de tendencia izquierdista, para resguardar la integridad física de cuatro policías “secuestrados” y defender el principio de autoridad, la seguridad y la propiedad privada, etc. Sin embargo, contradiciendo su propia versión de que fueron atacados por los campesinos, el informe indica que se constató el uso de 450 cartuchos calibre 7.62 mm de fabricación norcoreana (es decir, de fusiles AKM, que sólo los usó la policía). En cambio la comisión de oficiales, muy airosa, mostró en forma sarcástica ocho machetes, un hacha, unas botellas, mechas y un máuser viejo, decomisados a los campesinos atacantes.
La matanza de los ocho campesinos en Santa Clara, ha quedado impune. El fiscal provincial de entonces –Ciro Carhuaya Quintana– abdicando de su función de conducir la investigación del delito y ejercer la acción penal ante el Poder Judicial, derivó la denuncia ante el fuero privativo policial de Chiclayo; no denunció el asesinato de los ocho campesinos, pero sí denunció a éstos por violencia y resistencia a la autoridad. ¡Qué irónica burla!

sábado, 9 de junio de 2012

Falsos, mentirosos y corruptos


“Aquí hay un maltrato a Cajamarca y los mismos cajamarquinos tienen que hacer  respetar y si es necesario hacer un paro, hacer alguna movilización, háganla y el partido nacionalista les va apoyar, es más con quién coordinamos para ayudarles hacer un paro. Seguramente por eso mañana me van a pedir que vaya preso, va a salir el procurador (a decir): Ollanta Humala está levantando a los pueblos a la movilización, si pues estoy, 
¿cuál es el problema?”
Ollanta Humala, Cajamarca, 2007

“No encarcele a la gente por hacer lo que usted como candidato les pidió que hagan.”
Gustavo Gorriti. Carta al Presidente Humala. IDL Reporteros
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¿Cuál es el problema? El problema es que los políticos, por lo general, son falsos, mentirosos y corruptos. Esa es la imagen que en la memoria del pueblo va quedando grabada y de la cual, lamentablemente, no tomamos conciencia y aún no aprendemos de las lecciones que nos da la Historia.
Los políticos, en las campañas electorales, se disfrazan, bailan, cantan, gritan, arengan al pueblo, se proclaman nuestros hermanos, firman compromisos y formulan promesas que una vez en el gobierno las tiran al tacho de la basura. Ya en el poder político se quitan el disfraz y se revelan tal cual son: falsos, mentirosos y corruptos.
Y en la coyuntura actual, conflictos como los de Conga y Espinar, se han encargado de acelerar la endeblez ideológica, la desnudez moral y la incapacidad política del presidente Humala, quien como candidato desde hace diez años atrás recorrió el país incendiando la pradera. Recordemos que el 21 de setiembre de 2009, dijo en Espinar: “No me escapé a Japón como el cabrón de Fujimori ni elegí Colombia como el otro cabrón de García”.  Para más tarde pedir la vacancia de García por “priorizar intereses económicos de grupos determinados, por encima de la defensa de la vida”.
Creímos en su palabra, pero al final nos damos cuenta que la palabra en los políticos no es más un gesto gutural falso. La palabra, el honor de la palabra, se les ha devaluado tanto que no se creen a sí mismos.
De otro lado, la historia política, también nos alecciona que la falsedad y la mentira, conducen a la corrupción. En este aspecto hay malísimos ejemplos de gobernantes, desde locales a nacionales.
Ese es el problema, señor Humala.