domingo, 18 de marzo de 2012

Otro paso adelante

La convocatoria a concurso público para contrato de docentes publicada el domingo pasado en la edición nacional del diario La República, además de emocionarnos a quienes apoyamos el desarrollo de nuestro pueblo, es otro paso importante en la institucionalización de la Universidad Nacional Autónoma de Chota. (Días previos a esta grata noticia el presidente de la comisión organizadora sufrió una agresión aleve por parte una docente de la UNC, que evidentemente reprobamos).

Son muchos los pasos, seguros y firmes, que tiene que dar la universidad para alcanzar primero se institucionalice y luego lograr el prestigio, la calidad y la categoría exigentes para una institución de esta naturaleza. Nada ni nadie puede hacer retroceder lo que se ha avanzado, porque colocar piedras en su camino equivale a una traición al pueblo de Chota, a sus aspiraciones de progreso y a sus necesidades de desarrollo.

Los sueños, las gestiones y las luchas por contar con una institución de educación superior universitaria no nacieron con la Unach, datan de algo más de treinta años y, por cierto, un primer logro fue la creación de la Escuela de Enfermería filial de la Universidad Nacional de Cajamarca, a la que el pueblo chotano contribuyó grandemente (sus primeros docentes trabajaron gratuitamente, sus clases se dictaron en la aulas del local antiguo del colegio San Juan, los maestros del Sutech donaron un día de su sueldo para su funcionamiento, la municipalidad compró y donó terrenos, etc.). Olvidar esto es una afrenta a Chota.

Lamentablemente hay quienes lo desconocen por simple ignorancia del pasado, pero hay otros que lo olvidan y desconocen mezquinamente, que es la peor forma de negar los antecedentes y la gesta de una obra. Pues, por ello, el reto y la tarea de los miembros de la comisión organizadora es convertir a la Unach en una universidad prestigiosa, acreditada y calificada, y hacer de ella la nueva alma mater de Chota.

lunes, 12 de marzo de 2012

Honrar a Chota

¿Cómo puede un chotano sentirse orgulloso si su alcalde está procesado por actos de corrupción, lavado de activos y enriquecimiento ilícito? Nadie que no sea un ciudadano digno puede avalar y defender tal conducta de nuestras autoridades. Sin embargo, los hay. Y son aquellos que tienen la escala de valores invertida, el espíritu lacayo, la mente servil, la mano temblorosa y la voz apagada: viven en alegre ignorancia recibiendo las migajas del gobernante de hoy, de ayer y de anteayer.

Es evidente que la fisonomía social de Chota ha cambiado de modo vertiginoso y, a veces tanto, que nuestro pueblo nos parece extraño. En los últimos treinta años se han producido cambios en su estructura económica, en la configuración urbana de la ciudad, en la composición demográfica de sus habitantes; hay nuevas instituciones y nuevas fuerzas sociales y políticas; los medios de comunicación y las tecnologías de la información hacen su trabajo día a día, bien o mal, pero ahí están cumpliendo una tarea delicada.

Es comprensible y natural que en este espacio haya una diversidad de criterios, posturas, actitudes, tendencias y preferencias ideológicas o políticas, generalmente, divergentes; pero lo que no se puede tolerar es la indignidad con nuestro pueblo. Las autoridades y los políticos se han encargado de deshonrarlo y de sembrar en la mente de los jóvenes modelos de conducta y antivalores como, por ejemplo, aquel que dice “aunque robe pero que haga obra”; es decir se institucionaliza el robo al tesoro público.

En este duro batallar puede haber no pocas decepciones, porque es como navegar río arriba. No obstante, la lucha por dignificar a Chota, tiene sus componentes personales que significan: a) honrar el cargo que se ostenta, b) honrar la ocupación o profesión que se ejerce, c) honrar la familia que nos sustenta y ampara; d) honrar la institución en que se labora.

No hay título más grande ni cargo más importante que ser un ciudadano digno, única forma de honrar a Chota.

Amor y Llaga N° 445

miércoles, 7 de marzo de 2012

Corrupción y crisis

La corrupción ha llegado a tales extremos que ha arrastrado a la Municipalidad Provincial de Chota a una crisis institucional de magnitudes nunca antes vista. Algunos piden la intervención de la Contraloría General de la República o del Ministerio Público, pero cómo confiar en estas entidades que antes de investigar con rapidez y eficacia, más bien la protegen y avalan, como se ha constatado con la resolución del Jurado Nacional de Elecciones, que colocan las consideraciones legalistas por encima del interés público, de la moralidad que deben observar las autoridades y de la dignidad de los pueblos.

La corrupción es una de las peores lacras de la sociedad. Se gesta y desarrolla en los niveles más altos del poder político, se expande a todos los niveles de gobierno y se irradia a la sociedad. Y por lo mismo que los corruptos ostentan los más altos cargos públicos se van generando en las instituciones estatales una red eficaz de favores, sombras, protección, refugios y tutelas mutuas, incluso amparados por la ley bajo formas sutiles o verbalmente encubiertas.

Con mucha razón los criminólogo argentino Elías Neumann escribió: “Los corruptos son delincuentes que no tienen necesidad de huir de nada. Nadie les agarra del cuello. Están más allá de algún inexorable envilecimiento aunque algún juez molesto los haga comparecer por una cierta denuncia. Es una incomodidad, pero finalmente no ocurre nada”. Qué gran verdad.

El daño moral y económico que los corruptos ocasionan a la sociedad es cuantioso. Por un lado, envilecen a las personas (por ejemplo: ronderos vendidos por unas migajas protegiendo al alcalde, y ciertos profesores y periodistas comprados cumpliendo servilmente su papel de defensores de la corrupción); por otro lado, los recursos públicos son las fuente de su enriquecimiento ilícito (hace diez años atrás el presupuesto de la Municipalidad de Chota apenas alcanzaba la cifra de 5 millones de nuevos soles, ahora se ha quintuplicado, llegando el 2011 a más de 27 millones de nuevos soles).

Se impone que los ciudadanos libres y las organizaciones que verdaderamente representan y defienden los intereses populares emprendamos una lucha por la dignidad de Chota.

Amor y Llaga N° 444