martes, 28 de septiembre de 2010

Por quién votar

Hemos comentado en la edición del domingo último el terrible dilema electoral en que se encuentra el elector chotano y el desalentador panorama social en torno a estas elecciones, y lo que espera a la municipalidad y a Chota de entronizarse el poder de la mafia y la corrupción.

La compra de conciencias, de votos y de candidatos, la propaganda electoral petulante y abusiva y la carencia de ideas y planteamientos a los graves problemas de Chota, es el estilo que se ha impuesto en esta campaña electoral. Un estilo peligroso porque avizora un futuro incierto, pero sí proclive a la violencia, la corrupción y el abuso del poder.

De los doce candidatos a la alcaldía provincial, apenas dos o tres, exhiben solvencia en el conocimiento de la gestión pública, de la problemática de Chota y formulan una propuesta coherente y razonable de alternativas y planes de gobierno.

Lamentablemente, con un electorado desinformado, manipulable, ajeno a sus propios problemas, tendremos autoridades municipales que correspondan a ese nivel de degradación política, social y moral a que ha llegado la sociedad, y por consiguiente, genera una democracia deformada, inválida y disfrazada.

Entonces, por quién votar el tres de octubre. Personalmente, salvando ciertos reparos y atingencias de orden político, me inclino a votar por el candidato del MAS. Representa en este momento una alternativa coherente, íntegra, modesta. Un voto consciente, informado, razonado, libre de manipulación económica y enajenación publicitaria.

(Amor y Llaga N° 390)

lunes, 20 de septiembre de 2010

Terrible dilema electoral y social

Dice mi compañero de colegio, Iván Fustamante, que a la hora de votar los chotanos nos enfrentamos ante un terrible dilema: o votar por un narco o votar por un ladrón. Como vemos y constatamos, es realmente triste y desalentador el panorama electoral en Chota.

Un candidato, con mucho espíritu emprendedor, honesto y debutante en estas lides, me cuenta que a cada sitio que va los campesinos no le piden, sino le exigen “cuánto hay para votar por usted”. Esa conocida frase “cuánto hay”, ¿acaso no se imputaba a un juez que los propios campesinos ayudaron a sacarlo del poder judicial precisamente por corrupto?

En igual infortunio, me escribe un candidato dejando notar su desazón que en cierto lugar se le acercó un campesino llevando unos DNIs y le dijo: “mire señor, en mi familia somos como quince que votamos, aquí están los DNIs, si no nos ha traído nada es mejor que se vaya”.

Otro candidato, amigo mío, a quien no puedo reprocharle nada sino su afán de estar siempre en la palestra política, me comunica su desafortunada campaña cuanto se tiene que competir en desiguales condiciones con candidatos con mucho poder (¿?) económico, movidos por fuerzas oscuras de la corrupción, el narcotráfico o la mafia.

Y quienes han convertido las elecciones en competencia de regalos, de dádivas, de compra de conciencias, de abusivas ostentaciones de dinero y poder, son justamente aquellos candidatos movidos por los hilos del narcotráfico o la corrupción y el latrocinio, lacras que en definitiva se dan la mano.

Contra ese terrible dilema electoral y social, las fuerzas políticas, las instituciones sociales y las personas honestas, progresistas y dignas tienen que levantarse antes que sea muy tarde.

(Amor y Llaga N° 390)


sábado, 11 de septiembre de 2010

Debates versus barrumbada

Probablemente el panel fórum promovido por el Instituto Superior de Educación Pública Nuestra Señora de Chota, entre los candidatos a la alcaldía provincial, nos ilustre sobre los mejores planes de gobierno, las iniciativas de gestión municipal más importantes, o los candidatos más capacitados y aptos para gobernar Chota. Si este certamen fuera la forma y el momento decisivos, sabríamos por quién votar.

Ocurre, que mientras los candidatos exponen, muchos a duras penas, sus propuestas y planes de gobierno, y se pretende con el debate generar una sana y meditada convicción política para votar; la campaña electoral, en cambio, nos deja una estela de impudicia, cinismo y un agravio a la conciencia y dignidad de los electores: la barrumbada de dos o tres potentados (¿?) candidatos.

La barrumbada, es decir el gasto excesivo hecho con jactancia, con insolencia y vanidad, que ciertos candidatos están haciendo gala, no para ganar electores conscientes, sino para comprar y envilecer conciencias, no sólo contradice la más elemental lógica, o la proyección matemática de sus ingresos y egresos, sino todo sentido sensato y honesto y, sobre todo, el sustento moral de una campaña política.

A esos candidatos no les importa deformar la competencia democrática, distorsionar la finalidad de las elecciones o quebrantar los principios democráticos. Sólo les importa, ganar (en mejores palabras “tomar el poder”) a como dé lugar, para convertir a los municipios en un suculento botín, en el que usando artimañas y testaferros, primero se recobran los gastos de campaña y luego lo usan como fuente de enriquecimiento ilícito (lavado de activos, peculado, robo, corrupción).

La historia real y reciente nos revela cuánto hay que luchar contra esa corrupción que tiene la forma de inocentes y angelicales candidatos.