martes, 31 de diciembre de 2013

Rondas Campesinas: 37 años

Desde que el 29 de diciembre de 1976, los campesinos del ahora centro poblado de Cuyumalca tomaran la decisión de restablecer una antiquísima práctica social para hacer frente al incremento incontrolable del abigeato y la criminalidad en el campo, han transcurrido 37 años que han dado a las Rondas Campesinas presencia, representación e institucionalidad en todo el país.
Lo que en sus albores fue una forma organizativa de autoprotección que logró resultados concretos frente a un hecho (el abigeato y la criminalidad) que por décadas el Estado peruano demostró incapacidad y complicidad, las Rondas Campesinas se convirtieron en un fenómeno social que demostró, en cambio, su eficacia en ese aspecto y también en el ejercicio de la democracia directa, el autogobierno y el desarrollo social, económico y cultural de un gran sector de la población, ancestralmente olvidado y discriminado.
Lo cual, aunado a su inicial orientación y conducción política basada en los principios de independencia y autonomía, de frente único y justicia social, permitió su rápida expansión, organización y consolidación, primero, a escala local, luego interprovincial, en seguida a nivel departamental y nacional, hasta conquistar su legalidad y reconocimiento constitucional
No obstante esos logros y ser un tema frecuente de estudio e investigaciones de sociólogos, juristas e historiadores, especialmente, las Rondas Campesinas han sido objeto de manipulación política, del manoseo y uso electorero por parte de los alcaldes, de las maniobras de los consorcios mineros, de las artimañas de los políticos mafiosos, de la domesticación estatal, incluso de la penetración del narcotráfico.

Al cumplirse 37 años de las Rondas Campesinas deseamos que éstas recuperen sus principios inaugurales, su prestigio, su autonomía e independencia y su carácter esencialmente democrático.
Amor y Llaga N° 514

¿En qué momento se jodió Chota?

Al igual que la famosa pregunta ¿en qué momento se jodió el Perú? que el escritor Mario Vargas Llosa puso en boca de Zavalita, uno de los personajes de su obra Conversación en La Catedral, y que ha originado tantos libros, estudios y ensayos, también sugiere una pregunta imperativa para el contexto local: ¿en qué momento se jodió Chota?
Se pueden ensayar muchas respuestas que, también como en el caso del país, inclusive se remontan a los años de la conquista española. Esta búsqueda de los orígenes de nuestros males es más frecuente, sobre todo, en los momentos de crisis profundas, de caos inaudito, de desgobierno y corrupción, de imperio de los desvalores, de pérdida de la confianza.
 Si bien los males de nuestra sociedad tienen raíces históricas, esto, bajo ninguna forma, puede servir como justificación o aceptación fatalista de los hechos. Sin embargo, hay aspectos cuya responsabilidad corresponde en primer lugar a las autoridades locales, a la clase política dirigente (si es que la hay), en abierto conflicto y desencuentro con la honestidad, la honradez y la integridad moral.
Pero también son los ciudadanos los protagonistas principales del desarrollo o los causantes del atraso de una sociedad. La fuerza arrolladora de una ciudadanía responsable con sus deberes cívicos y políticos es vital para lograr los cambios que necesitan las sociedades. Por eso la actitud de los ciudadanos no debe ser de indiferencia y conformismo, sino de militante rebeldía ante el abuso, el oprobio, el caos, la corrupción.

¿En qué momento se jodió Chota? o ¿Quiénes jodieron a Chota?
Amor y Llaga N° 513