martes, 14 de octubre de 2014

Gonzalo Fernández Gasco

En la campaña electoral de 1980 conocí personalmente al histórico guerrillero Gonzalo Fernández Gasco cuando, junto a los candidatos y a la sazón líderes de UNIR, inició una gira por Chota. Me tocó entonces preparar en el distrito de Llama el mitin de recepción y dar las palabras de bienvenida. Allí resalté la figura y el legado de aquel paisano nuestro que con Luis de la Puente Uceda comandaron las guerrillas de 1965, hecho que le costó una de las tantas persecuciones y prisiones que ha sufrido a lo largo de su vida.
Gonzalo Fernández Gasco nació en el distrito de Lajas el 15 de noviembre de 1920. Estudio la secundaria en el Colegio Nacional San Juan de Chota. Luego, Educación y Derecho en la Universidad Nacional de Trujillo. Desde sus años juveniles se enroló a la causa revolucionaria. Su entrañable amor a Chota lo impulsó a fundar, el 30 de agosto de 1944, el muy activo Centro Chotano de Trujillo, del cual fue su primer presidente.
Participó con Luis de la Puente Uceda y otros destacados activistas políticos expulsados del Apra, en la fundación del histórico MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), debido a la derechización de Haya de la Torre y el olvido de sus postulados aurorales. Detenido, procesado y deportado a raíz de las guerrillas del 65, sin embargo, no fue ningún impedimento para dedicar toda su vida a la lucha social. Y para estudiar, difundir y perennizar el legado de su íntimo amigo, fundó el 11 de marzo del 2003 el Instituto Luis de la Puente Uceda, IDELPU.
       En la V Convención Nacional de Chotanos (Chiclayo, 2001) a la cual asistió con una numerosa delegación del Centro Chotano de Trujillo, intercambiamos una breve charla donde demostrando siempre su inquietud por Chota, me propuso la realización de una exposición del libro chotano en la capital de la primavera. Su reciente muerte (Trujillo, 9 octubre), no impide sin embargo que su pensamiento vibre en cada persona justa que luche por un Perú nuevo, digno y libre.

Semanario Amor y Llaga N° 544

sábado, 4 de octubre de 2014

Peligrosa recta final

Esta es una semana definitiva y crucial, con resultados previstos, pero sin futuro. O mejor dicho con futuro incierto para Chota. Un “todo puede pasar” tímido, riesgoso, frustrante o quizá esperanzador. No hay nada que augure aún (ni las encuestas amañadas) el victorioso de las elecciones municipales del domingo.
Por supuesto que para algunos es una victoria política. Pero, sobre todo, es una victoria económica y estratégica, pues las arcas municipales son un verdadero y codiciado botín, al que los advenedizos llegan con la única intención de desvalijarlo y hacer de la gestión municipal un negocio turbio y pestífero.
Si bien las autoridades elegidas pueden catapultarse electoralmente. No puede decirse lo mismo de su legitimidad, porque no son producto de una elección limpia, transparente, realmente democrática, sino, más bien, el resultado de una anomia social, del descrédito de la política, del abuso del poder, de la corrupción consentida y el beneplácito de los ignorantes.
 De modo que ingresamos a la recta final de las elecciones con pocas esperanzas y muchas dudas. Los que ayer predicaban, siguiendo a Mariátegui, la política como pedagogía, no han hecho nada más que ensuciar con heces el legado del gran pensador peruano. ¿Quién puede creer ahora en esos revolucionarios de papel (higiénico)?

Y una pregunta final: ¿por qué los chotanos tan afamados de rebeldes y libertarios, reconocidos en el ámbito nacional como valientes y corajudos luchadores contra la injusticia y la corrupción permitimos está afrenta contra nuestro propio honor y dignidad?
Semanario Amor y Llaga N° 543

¿Por quién votar?

Empecemos por una pregunta: ¿hay una elección libre, voluntaria y consciente cuando de por medio hay una campaña electoral desigual, basada en la mentira, en la desinformación, en el uso de recursos moral y políticamente prohibidos y en la compra de votos a cambio de dádivas? Sencillamente que no. Pues esa elección está viciada y el elegido es un fraude infame.
Así, de ese modo, las elecciones resultan un artificio donde termina ganando aquel candidato que ha mentido descaradamente, aquel que considera a los electores una masa de muertos de hambre, aquel que no tiene ni la remota idea de lo que es ser alcalde ni de lo que significa gobernar una ciudad o una provincia.
Hemos tenido periodos sucesivos de alcaldes ineptos y, además, ladrones. Sus méritos más notorios son haber usado el cargo para enriquecerse ilícitamente, usar el poder local para sus negocios turbios, con testaferros que de la noche a la mañana han surgido como prósperos empresarios y que ahora financian sus campañas con gruesos fajos de billetes.
Entonces, ¿por quién votar? Por el candidato honesto y sincero, con una hoja de vida limpia y transparente, capacitado para gobernar una ciudad, con una real vocación de servicio, conocedor de la problemática provincial, firme y claro en sus decisiones, de sólidos principios y con un auténtico amor por Chota.
Si algún candidato reúne estas elevadas cualidades personales votemos por él, si no lo hay no nos queda más opción que botarlos.

Semanario Amor y Llaga N° 542

No elijamos felipillos

Hay quienes habiendo nacido en Chota tienen el alma de felipillo. Anteponen la infamia y la servidumbre de una prebenda a la honra, la libertad y la dignidad. No tienen escala de valores, sino de antivalores, de los cuales se jactan con contrahecho orgullo. La honestidad e integridad moral, la decencia política y la calidad personal han sido reemplazadas por la deshonestidad, la impudicia y la ramplonería.
Esto es lo que se exhibe, cual emblemas nefastos, con algunas rarísimas excepciones, en nuestros personajes públicos (regidores, alcaldes, funcionarios, jefes de todo género y especie), muchos de ellos son profesores que suponemos deben personificar en sumo grado valores que eduquen y orienten a la niñez y juventud. Penosamente estos personajes caminan al revés de la historia y en sentido opuesto a los valores y principios.
En su diario actuar pesa una actitud porcina, es decir aquella que busca la satisfacción de su apetencia individual. Devoran todo sin importar el bien común. Lo lastimoso es que muchos de ellos se encumbran enarbolando banderas de democracia, de justicia, de defensa de los derechos, de honestidad, de desarrollo, de lucha anticorrupción, en fin, de nobles fines y objetivos pero que, tarde o temprano, terminan traicionados.

En las elecciones que se avecinan, por el bien de nuestro pueblo y por el amor que decimos sentir, no elijamos felipillos. Es una elección difícil y ojalá haya alguien que asuma el reto histórico de emprender un cambio radical que Chota necesita.
Semanario Amor y Llaga N° 541