domingo, 7 de septiembre de 2014

¡Indignante!

El filósofo escita, Anacarsis, con suficiente claridad y proyección, dijo que a veces la justicia o las leyes son como las telarañas, donde los insectos pequeños quedan atrapados, pero las grandes alimañas la rompen. Esto viene a colación a propósito del reciente fallo de una de las salas penales de la Corte Suprema, declarando nula la sentencia expedida por la Sala Penal Nacional que condenó al alcalde de Chota por lavado de activos y peculado.
Veredictos de esa naturaleza amparados en tecnicismos y requiebros de la ley, no sólo decepcionan, también indignan, por lo menos a quienes no nos hemos convertido en piedras, ni formamos parte de la sarta de pusilánimes en que al parecer se han transformado los chotanos, amén de ronderos que, dejando de lado sus principios fundacionales, cumplen hoy el papel de esbirros al servicio de ciertas autoridades a cambio de prebendas.
No se sabe cuánto dinero mal habido corre debajo de la mesa para torcer las decisiones judiciales, porque como advertía un amigo la coima nunca entrega facturas ni recibos. Nuestro sistema judicial está mal visto, tiene el peor de los conceptos en el ciudadano común y corriente. Una de las causas para el surgimiento de las rondas campesinas fue, precisamente, la corrupción judicial. Pero ya vemos cómo han devenido las cosas y qué intereses se han impuesto.
A un ladronzuelo (insecto) que roba un celular o asalta a un transeúnte cualquiera se le aplica las máximas penas; pero a un delincuente investido de autoridad (alimaña), que roba miles y millones de soles al Estado, que se enriquece ilícitamente, que trafica con drogas y organiza mafias a su alrededor, goza de penas leves, en el mejor de los casos de absoluciones, conmutaciones de penas, indultos, prescripciones y tantos beneficios jurídicos. ¡Indignante!

Semanario  Amor y Llaga  N° 540

Chota, un futuro incierto

Dentro de cinco semanas tendremos los primeros resultados de quien sería el nuevo alcalde de Chota y la composición del Concejo Municipal, tras una campaña electoral pobre en ideas, propuestas y debates, pero dispendiosa en dádivas, colorines y embustes. Nunca antes la política local ha estado tan infectada de avidez y miseria.
Hace algo más de dos décadas que Chota carece de un alcalde idóneo, a la altura de una ciudad histórica, progresista y en constante crecimiento. Conforme se desenvuelve este proceso electoral no se conjetura un porvenir mejor, salvo algún cambio de rumbo, radical y contundente, que devuelva a nuestro pueblo la dignidad que se le ha mancillado.
Se supone que en un sistema democrático las elecciones sirven para elegir al mejor candidato, al que nos convence con argumentos sólidos, propuestas concretas e ideas claras, a la persona de probada honestidad y honradez, al más preparado y capacitado para el cargo, al conocedor de la historia de Chota, su idiosincrasia y sus problemas y necesidades.
Nada de lo dicho en el párrafo anterior parece importar a la gran mayoría de electores, quienes nos endilgarán de nuevo, gracias a las dádivas, otro periodo municipal de improvisación, desgobierno, falta de autoridad y, lo que es peor, de corruptelas y latrocinios. Todo ello para recuperar sus gastos de campaña. Así de sencillo. 

Semanario Amor y Llaga N° 539

Chota, el reino del caos

Caos, desgobierno y falta de autoridad son las palabras que definen con exactitud la situación de los mercados, el comercio ambulatorio, el transporte, el servicio de agua, el deterioro de pistas y veredas, el uso indebido de la vía pública y las construcciones sin observar normas y disposiciones elementales, entre otros aspectos del desarrollo urbano de nuestra querida ciudad de Chota.
Esta por supuesto no es una situación nueva, ni menos se puede atribuir exclusivamente a la actual gestión municipal que transitoriamente le ha correspondido dirigir los destinos de nuestra provincia, ante los desaciertos y la corrupción de un alcalde prófugo. Los sucesivos gobiernos municipales no han intentado siquiera formular políticas adecuadas para solucionar estos problemas.
Sin embargo, el dejar hacer y dejar pasar las cosas se ha convertido en una perjudicial e irresponsable política municipal. A nuestras autoridades se les ha pegado un estilo burocrático y oficinesco: de su casa al palacio municipal en camioneta 4x4, sin osar recorrer calles, plazas, mercados, en otras palabras, ensuciarse los zapatos, y percibir los problemas, recoger las necesidades y escuchar los reclamos de la gente.

¿Qué podemos esperar de las nuevas autoridades que se elijan en octubre? En realidad, analizando los candidatos, sus propuestas, los partidos que los promueven, el desarrollo de la campaña electoral y sus inocultables intereses económicos que los motiva, no hay mucho que esperar. De modo que Chota seguirá siendo el reino del caos y la improvisación.

Semanario Amor y Llaga N° 538