sábado, 31 de julio de 2010

Las cosas que nos sublevan la sangre

Arturo Pérez-Reverte dice “El artículo es un género literario agresivo y gamberro, y me gusta atacar en ellos las cosas que me sublevan la sangre”. Quizá sin conocer esta frase del novelista y periodista español eso es lo que se viene haciendo en este semanario.

A quién que no sea beneficiario de la corrupción puede no sublevarle la sangre verificar cómo se dilapidan los presupuestos, cómo se engordan los bolsillos de las autoridades (con honrosas y rarísimas excepciones) y cómo se esquilman enteras a las instituciones.

A quién que no tenga un poco de dignidad puede no sublevarle la sangre el constatar cómo se enseñorea la incapacidad, la improvisación y la venalidad; cómo los efectos adormecedores y narcóticos de la corrupción ha convertido a la gente en seres insensibles a sus propios problemas.

A quién que no le quede un poco de solvencia moral puede no sublevarle la sangre para reprobar la ignominia, la infamia y el cinismo de cuanto político, candidato o gobernante hay; sacudirse de la modorra y atreverse a decir o escribir lo que muchos callan.

No proponemos una latosa prédica moralizante o moralista, pero tenemos una gran reserva moral y dignidad política, por eso nos subleva la sangre y atacamos los actos de los gobernantes y autoridades que hacen de la suya, con total desvergüenza y encubridora impunidad.

En cambio, un pasquín aparecido hace poco que pretende cotejarse malamente con la prosa sarcástica, punzante, mordaz, de la columna “Al grano”, no pasará de ser un pasquín, cuyo autor no tiene la valentía de suscribirlo, pero sí la sobrada cobardía para ocultarse en el anonimato.

sábado, 24 de julio de 2010

Foros y planes de gobierno

Una iniciativa que en nuestra provincia tuvo como promotores a estudiantes y profesores del Instituto Superior Pedagógico “Nuestra Señora de Chota”, ahora se está generalizando en diversos distritos y comunidades (Conchán, Chalamarca, Cuyumalca-Cañafisto).

Se trata de los foros donde los candidatos al sillón municipal exponen sus propuestas y planes de gobierno ante un numeroso auditorio, que también participa inquiriéndoles a responder sus dudas e inquietudes. Allí los candidatos se lucen y hacen gala de sus dotes oratorias y polemistas, además de su conocimiento y dominio de la problemática municipal. En este escenario el mejor candidato es aquel que demuestra esas cualidades.

Es importante promover el debate entre los candidatos, exigirles a que expongan claramente sus propuestas y planes de gobierno, aunque no siempre lo que ofrecen y exponen se convierte en política municipal. Porque de haber sido fielmente cumplido tendríamos otros indicadores de desarrollo, la población estaría adecuadamente atendida en los servicios básicos, la gestión municipal no se convertiría en negocio ajeno, y las autoridades municipales tendrían como principio y valor a la honestidad, tan carente en su actuar, como queda demostrado en las sucesivas gestiones.

A los candidatos poco les importa esos foros que, al final de cuentas, lo que dicen allí a los ganadores no les interesa cumplir, ni a los perdedores exigir su cumplimiento. La campaña electoral se basa en la compra de conciencias haciendo gala de dinero, muchas veces, ilícitamente obtenido, y que se recupera rápidamente en el negocio municipal.

Pero, por lo menos, los foros, sirven ahora para conocerlos y dar testimonio de sus virtudes y defectos, de lo que dicen y no hacen, prometen y no cumplen.

domingo, 18 de julio de 2010

Para todos los usos y gustos

Comentando en nuestras tertulias con los editores de este semanario sobre la composición de las listas de candidatos, la calidad de éstos y el inusitado amor por Chota que suelen argumentar, nos ha sorprendido la cantidad de apóstatas y tránsfugas que han salido a exhibición.

Este fenómeno, por supuesto, no es nuevo en el país, menos en Chota. Aquí quien lo inauguró de modo chapucero fue precisamente uno de los ex alcaldes, quien además instituyó un cuestionado estilo de trabajo asistencialista e improvisado, sin planes ni programas de gobierno.

Apóstatas y tránsfugas han existido siempre, pero lo que estamos constatando ahora es la forma tan vergonzante e indigna de justificar esos desatinos y cambios bruscos. Sostienen, unos en su ingenuo infantilismo y otros en su desesperada ambición, que es para trabajar por Chota.

Con muy honrosas excepciones hay candidatos por lo menos respetables. Hay otros, en cambio, que no han saldado cuentas con la justicia y pretenden volver dizque para resarcir los daños que ocasionaron al pueblo chotano con el flagrante desacierto e ineptitud de su gestión.

Hay desencaminados que en su momento atinaron a denunciar la incapacidad, la corrupción y el saqueo municipal de los que ahora les cobijan. Hay también espontáneos que entran a la contienda electoral como quien se mete al ruedo de una corrida bufa: para hacer el hazmerreir.

En fin, hay para todos los usos y gustos. Sólo deseamos que los electores ejerzan de manera consciente, libre y voluntaria su derecho a votar por aquellos que realmente dignifiquen y prestigien la Política, y que su voto sea por la Dignidad de Chota.
Amor y Llaga N° 383

domingo, 11 de julio de 2010

La hijoputez de los políticos: candidaturas que deshonran

Parafraseando a José Ingenieros y contemporizando su pensamiento a nuestra realidad, es preciso decir que los políticos sin derrotero moral son nocivos para la sociedad. Son el sumun de la deshonra, la miseria moral justificada con artificios, la venalidad personificada.

Esta disquisición no es más que una constatación, tal vez mínima, de la inmensa podredumbre moral que los envuelve. Se han convertido en mercancías vendibles y comprables a precio contante y sonante, a costa de su deshonra.

Los españoles han acuñado las palabras hijoputa e hijoputez que la Real Academia de la Lengua Española aún no las ha recogido en su diccionario, pese a que son de uso tan común en la península ibérica.

Esas voces resumen todo lo ruin, lo sórdido, lo miserable, lo vil, lo bajo, lo indigno, lo infame, lo abyecto, lo pérfido, lo mezquino y lo despreciable que puede llegar a ser moralmente una persona, particularmente los políticos, y para decir específicamente en el caso de Chota, de ciertos candidatos.

Qué honor pueden tener y qué ejemplo para la juventud y la sociedad pueden ofrecer los políticos y candidatos sin ningún respeto por sí mismo, quienes en cada elección empeñan su conciencia y pretenden justificarla con banalidades, que no las creen ni ellos mismos.

Este artículo es a propósito del ejercicio de autoeliminación moral, de autoeutanasia como dirían los abogados, respecto a aquellos candidatos que nuevamente han vendido su alma al diablo.
Amor y Llaga N° 382