lunes, 17 de diciembre de 2012

Unach a la vista



La reciente aprobación, en segunda votación, del proyecto de ley que autoriza excepcionalmente por el plazo de un año al Consejo Nacional para el Funcionamiento de Universidades (CONAFU), para que evalúe y autorice a las universidades públicas que presentaron su proyecto de desarrollo institucional (PDI), como el caso de las universidades de Tarma, Chota y Juliaca, es un último y definitivo paso para decir: UNACH a la vista.
Desde su creación, el 12 de mayo del 2010, mediante Ley N° 29531, han transcurrido ya cerca de dos años, lapso en el cual la comisión organizadora ha cumplido con todos los requisitos y exigencias; sin embargo, desde el frente interno, esto es de los mismos chotanos, por supuesto hijos putativos de Chota, de diferentes formas han venido torpedeando el funcionamiento ya de la Universidad Nacional Autónoma de Chota, además de las trabas burocráticas tan características del estado peruano.
Una aspiración con la que soñaron generaciones de estudiantes pronto será una realidad. Deseamos que sea una institución de educación superior que cumpla con los estándares de calidad educativa y que no forme parte de ese conglomerado de universidades  que han devenido en fábricas de títulos, sino, por el contrario, en verdaderos centros donde la formación profesional sea tan elevada a la par que la formación ética.
Es un hecho innegable que las universidades públicas se encuentran en una situación de abandono, de ridiculez presupuestaria, de escasez de recursos, de pobreza académica, inclusive de indigencia moral; que el estado y los grupos de poder, las estrangulan y las dejan sobrevivir a su suerte. Por ello, la batalla por una educación superior de calidad y que contribuya al desarrollo de la región y del país, no culmina con el funcionamiento de la UNACH, sino recién empieza si realmente se quiere una universidad nueva, distinta y mejor.
Amor y Llaga N° 476

lunes, 10 de diciembre de 2012

Caos en Chiclayo



Los lectores deben preguntarse por qué del título y tema de esta nota cuando los asuntos que trata esta columna se dedican de modo frecuente a Chota. Sólo dos razones. Primero: Lambayeque, especialmente Chiclayo, soporta una fuerte migración procedente de las provincias cajamarquinas de Chota, Cutervo, Santa Cruz, Jaén, Hualgayoc y San Miguel, tanto que algunos muy ingeniosos dicen que Lambayeque es el balneario de Cajamarca.
Segundo, porque debido a esa presencia, las principales autoridades de Chiclayo y Lambayeque proceden de nuestras tierras, aunque algunos personajillos han negado o reniegan de sus orígenes. Presidente regional, alcaldes y funcionarios de primera línea tienen en sus manos la gran responsabilidad de conducir los destinos de Chiclayo y Lambayeque, y el gran reto de demostrar solvencia moral, capacidad e inteligencia.
Pero ocurre que no siempre la realidad coincide con nuestros deseos. Y encontramos a Chiclayo padeciendo una de las crisis institucionales más severas en la gestión municipal, es decir caos y desgobierno, con un alcalde condenado por el delito de peculado de uso, inhabilitado por el Jurado Nacional de Elecciones, luego contradictoriamente repuesto en el cargo por el mismo ente electoral, investigado por graves delitos en la licitación de la obra de alcantarillado por la estafa de una empresa fantasma y otras pestilencias que la prensa está destapando, igual como la fetidez que inunda las principales calles de la ciudad Chiclayo.
Tan similar y perversa es la situación de nuestras ciudades. Chota y Chiclayo padecen las mismas autoridades surgidas no de un proceso auténticamente democrático, limpio y transparente, sino de un festín electoral plagado de dádivas, limosnas, compra de votos y conciencias. Entonces, no es por la procedencia natal de las autoridades que se las debe juzgar, es por la integridad moral, la honestidad y la capacidad con las que cumplen sus funciones. 


Amor y Llaga N° 475

Piedras y placas



Primeras piedras y placas de inauguración son el comienzo y el fin de una obra. Son en muchos casos el símbolo del derroche, del negociado de por medio, de la construcción improvisada o en considerables veces mal hecha. En esos actos, las autoridades desde la más sórdida del nivel local hasta la más apabullante del nivel central, quieren que se eternice sus nombres, que éstos queden grabados en altorrelieve para la posteridad.
Se da el caso que las primeras piedras son sólo eso, pues nunca se llegan a concretar las obras por venir de otras gestiones o de otras iniciativas, o son simplemente concesiones para aplacar las iras y los reclamos de los pobladores. Y también se da el caso que para una misma obra se han colocado tantas primeras piedras como autoridades han pasado por la administración pública.
Y ocurre que las placas de inauguración son ya un chiste. Hay quienes quisieran colocarlas en cada aula que se construye, en cada puerta que se confecciona, en cada calle que se pavimenta, en cada computadora que se regala. Hay autoridades del despelote que una misma obra la han inaugurado tantas veces para que lleve también una placa con su nombre.
En estas ceremonias no se dice nada de los montos presupuestados, de las fuentes de financiamiento ni de la empresa constructora, nada de las condiciones, características y plazos de construcción de la obra. Y lo triste es que los periodistas relatan la ceremonia como ventrílocuos del poder, obviando las preguntas incómodas.
Esta fiebre narcisista y ególatra que aqueja a nuestros gobernantes tiene un componente psicológico que evidencia ese afán de poder omnímodo, por el que se desviven nuestros malhadados políticos. Y, a su vez, una muestra viscosa de esta época plagada de éxitos fraudulentos y de fortunas mal habidas.
Amor y Llaga N°  474

Los chicos de la banquilla


En una sutil jugada política, el alcalde ha designado a algunos integrantes del grupo de tertulias, rajes y chismorreos conocido como “los chicos de la banquilla”, en importantes puestos de la Municipalidad Provincial de Chota. Tales cargos van desde la gerencia municipal hasta algunas áreas críticas como transporte y seguridad ciudadana.

El aludido es un grupo informal, sin cánones ni reglas, sin jefes ni secretarios, pero sí con un horario convencional de reuniones nocturnas la mayoría de las veces, que congrega  sin restricciones a profesores cesantes y activos, abogados y algún exalcalde o exregidores en ristre, y con una muy amplia, variada y rica agenda de actualidad política, jurídica, económica, taurina, vecinal y doméstica.
Como no es un grupo unido por vínculos de sangre política, sino por el simple, antiquísimo y entretenido arte de pegar la hebra en las horas de descanso, han asumido funciones municipales, entendemos, no atraídos por un ingreso adicional tan necesario en estos tiempos, sino más bien por el respetable interés de apuntalar la calamitosa y muy cuestionada gestión edil.
Pues así, por los cargos que ocupan, tienen en sus manos la gran responsabilidad de reconducir la administración, desfacer entuertos, desarticular los tejes y manejes mafiosos del presupuesto y transparentar la gestión municipal (para usar una palabra tan de moda en la jerga burocrática, pero escasamente practicada). Y además tienen el elevado reto de demostrar que sí son capaces de enfrentar y resolver los problemas municipales.
Deseamos, con espíritu chotano y por el bien de Chota, que se rectifique el rumbo errático e improvisado de la gestión municipal que en dos años no tiene nada que exhibir que no sea soberbia, incapacidad y un manejo del gobierno local con mentalidad, criterio y artes de negociante. Y que los “chicos de la banquilla” que han asumido cargos no se conviertan en cabezas de turco luego de su breve paso por la municipalidad.