“Aquí hay un maltrato a Cajamarca y los mismos
cajamarquinos tienen que hacer respetar
y si es necesario hacer un paro, hacer alguna movilización, háganla y el
partido nacionalista les va apoyar, es más con quién coordinamos para ayudarles
hacer un paro. Seguramente por eso mañana me van a pedir que vaya preso, va a
salir el procurador (a decir): Ollanta Humala está levantando a los pueblos a
la movilización, si pues estoy,
¿cuál es el problema?”
Ollanta Humala, Cajamarca, 2007
“No encarcele a la gente por hacer lo que usted como
candidato les pidió que hagan.”
Gustavo Gorriti. Carta al
Presidente Humala. IDL Reporteros
.
¿Cuál es el problema? El problema es que los
políticos, por lo general, son falsos, mentirosos y corruptos. Esa es la imagen que en la memoria del pueblo
va quedando grabada y de la cual, lamentablemente, no tomamos conciencia y aún
no aprendemos de las lecciones que nos da la Historia.
Los políticos, en
las campañas electorales, se disfrazan, bailan, cantan, gritan, arengan al
pueblo, se proclaman nuestros hermanos, firman compromisos y formulan promesas
que una vez en el gobierno las tiran al tacho de la basura. Ya en el poder
político se quitan el disfraz y se revelan tal cual son: falsos, mentirosos y
corruptos.
Y en la coyuntura actual, conflictos como
los de Conga y Espinar, se han encargado de acelerar la endeblez ideológica, la
desnudez moral y la incapacidad política del presidente Humala, quien como
candidato desde hace diez años atrás recorrió el país incendiando la pradera.
Recordemos que el 21 de setiembre de 2009, dijo en Espinar: “No me escapé a Japón como el cabrón de
Fujimori ni elegí Colombia como el otro cabrón de García”. Para más tarde pedir la vacancia de García
por “priorizar intereses económicos de
grupos determinados, por encima de la defensa de la vida”.
Creímos en su palabra, pero al final nos
damos cuenta que la palabra en los políticos no es más un gesto gutural falso.
La palabra, el honor de la palabra, se les ha devaluado tanto que no se creen a
sí mismos.
De otro lado, la historia política, también
nos alecciona que la falsedad y la mentira, conducen a la corrupción. En este
aspecto hay malísimos ejemplos de gobernantes, desde locales a nacionales.
Ese es el problema, señor Humala.
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