sábado, 9 de junio de 2012

Falsos, mentirosos y corruptos


“Aquí hay un maltrato a Cajamarca y los mismos cajamarquinos tienen que hacer  respetar y si es necesario hacer un paro, hacer alguna movilización, háganla y el partido nacionalista les va apoyar, es más con quién coordinamos para ayudarles hacer un paro. Seguramente por eso mañana me van a pedir que vaya preso, va a salir el procurador (a decir): Ollanta Humala está levantando a los pueblos a la movilización, si pues estoy, 
¿cuál es el problema?”
Ollanta Humala, Cajamarca, 2007

“No encarcele a la gente por hacer lo que usted como candidato les pidió que hagan.”
Gustavo Gorriti. Carta al Presidente Humala. IDL Reporteros
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¿Cuál es el problema? El problema es que los políticos, por lo general, son falsos, mentirosos y corruptos. Esa es la imagen que en la memoria del pueblo va quedando grabada y de la cual, lamentablemente, no tomamos conciencia y aún no aprendemos de las lecciones que nos da la Historia.
Los políticos, en las campañas electorales, se disfrazan, bailan, cantan, gritan, arengan al pueblo, se proclaman nuestros hermanos, firman compromisos y formulan promesas que una vez en el gobierno las tiran al tacho de la basura. Ya en el poder político se quitan el disfraz y se revelan tal cual son: falsos, mentirosos y corruptos.
Y en la coyuntura actual, conflictos como los de Conga y Espinar, se han encargado de acelerar la endeblez ideológica, la desnudez moral y la incapacidad política del presidente Humala, quien como candidato desde hace diez años atrás recorrió el país incendiando la pradera. Recordemos que el 21 de setiembre de 2009, dijo en Espinar: “No me escapé a Japón como el cabrón de Fujimori ni elegí Colombia como el otro cabrón de García”.  Para más tarde pedir la vacancia de García por “priorizar intereses económicos de grupos determinados, por encima de la defensa de la vida”.
Creímos en su palabra, pero al final nos damos cuenta que la palabra en los políticos no es más un gesto gutural falso. La palabra, el honor de la palabra, se les ha devaluado tanto que no se creen a sí mismos.
De otro lado, la historia política, también nos alecciona que la falsedad y la mentira, conducen a la corrupción. En este aspecto hay malísimos ejemplos de gobernantes, desde locales a nacionales.
Ese es el problema, señor Humala.

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