La
incertidumbre que sigue al desconcierto, luego que se tuviera conocimiento de
la condena aplicada al alcalde de Chota, aún parece que tiene maniatados a los
miembros del concejo municipal. Lo que es un indicativo del grado de
desconocimiento de las funciones, atribuciones y obligaciones que les compete,
así como de la administración municipal en su conjunto.
A dos
semanas de la lectura de la decisión judicial y con todas las implicancias que
de ella derivan, se impone que las autoridades municipales asuman el rol que la
ley, la historia y el pueblo de Chota les asigna: un necesario, urgente e
impostergable cambio de rumbo, no obstante el lapso, corto pero significativo, pueden
demostrar que sí es posible una gestión democrática, plural, limpia,
transparente y honesta.
Se van a
presentar obstáculos, no tanto de orden legal porque los procedimientos son
claros, sino procedentes de los propios regidores, funcionarios y empleados
coludidos con la miseria moral en que el poder del dinero ha sido capaz de
sumergirles, quitándoles su dignidad a cambio de mansedumbre y complicidad.
Este cambio
de rumbo tiene que significar: revisión de todos los actos administrativos que
el alcalde haya efectuado, auditoría a los tres años de gestión,
reestructuración del presupuesto municipal, reorganización administrativa,
publicación de todos los contratos, priorización de las obras a ejecutarse en
los meses restantes, y convocatoria a todas las fuerzas vivas de la población
(con cuidado de los vivos que siempre suben al carro).
Un cambio de
rumbo, luego de tanto atropello a la dignidad de Chota, es el clamor de cientos
y miles de chotanos.
Amor y Llaga N° 521
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