El Primer Congreso
Estatutario convocado por la Central Única Nacional de Rondas Campesinas del
Perú –CUNARP– (Trujillo, 4 y 5 de octubre) tiene una agenda muy ambiciosa,
importante y de trascendencia histórica, si el sectarismo y dogmatismo político
no se imponen como una especie de mal endémico que debilita y perjudica
gravemente a las organizaciones populares.
Pese a que no se cuenta con los documentos
congresales ni el proyecto de modificación de los Estatutos que hubieran sido
previamente analizados y debatidos por los ronderos, hecho que a su vez hubiera
promovido un despliegue organizativo y una gran movilización desde las bases, este
congreso se convierte en necesario y urgente, sobre todo, en la coyuntura
política actual: de auge de la corrupción y
de agresión a la clase trabajadora.
Las rondas campesinas
requieren ahora, desde dentro (muchos estudiosos e investigadores lo han hecho
desde fuera) revisar toda su historia, es decir, realizar un balance de sus
aciertos y errores, de sus momentos de auge y de sus periodos de decadencia, de
sus etapas de desarrollo y de los logros conseguidos en los 36 años que van
desde su resurgimiento en el caserío de Cuyumalca y su extensión en todo el
país.
Es evidente que el
tiempo programado para cada uno de los ocho puntos de la agenda resulta
insuficiente y arbitrario (la inscripción de delegados parece tener más
importancia que el temario en sí). No obstante, las rondas campesinas deben
recobrar el papel protagónico que en un tiempo hiciera retroceder a la
delincuencia, a la corrupción judicial y policial y al senderismo, y no formar
parte ni ser cómplices, en casos bastante visibles, de la corrupción que
fermenta en la administración pública.
Amor y LLaga N° 506
No hay comentarios:
Publicar un comentario