Según el Diccionario de la lengua española (DRAE),
la primera acepción de tregua es la
suspensión de armas o el cese de hostilidades entre dos partes beligerantes o
enemigos que han roto o tienen pendiente la guerra. La segunda acepción es
intermisión, descanso, lo que es similar a intervalo, pausa, aplazamiento,
espera, cesación, etc.
No queremos
interpretar que el alcalde está en guerra con el pueblo de Chota, a quien le
pide tregua. Queremos descifrar, en el mejor sentido de la palabra, como un
pedido de espera, un aplazamiento de los reclamos, un solicitud de tiempo (seis
meses ha dicho), para ver los primeros resultados de su gestión.
Esta especie
de tregua política es sensata para ver el rumbo que tomará la nueva gestión
municipal. Ver si realmente está en la capacidad de gobernar Chota y de
solucionar los graves y urgentes problemas que la aquejan; ver si existe una
verdadera voluntad política y de emprender una gestión moderna, transparente y
fundamentalmente honesta.
Pese a las
sospechas razonables surgidas desde el momento que se realizó una campaña
electoral que largamente supera en gasto los ingresos que recibirá como alcalde
y a los testaferros que estarían detrás, cabe el beneficio de la duda.
Pero
tregua política no significa dejar hacer dejar pasar las cosas. No significa
cerrar los ojos, poner oídos sordos y hacer mutis ante las irregularidades que
linden con actos de corrupción. A la corrupción no se la puede dar tregua ¡jamás!
Semanario Amor y Llaga N° 556
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