Diversas
voces se están sumando al clamor, la urgencia y la necesidad de refundar la
Izquierda. Han pasado algo más de dos décadas y media que se encuentra
aletargada, confundida, reducida a escombros o vegetando en alguno que otro
gobierno regional o local donde no ha demostrado ser nada diferente de la
derecha.
Se ha
intentado sin éxito reconstruirla pero como una coalición penosamente electoral,
donde cada cual ha vuelto a las viejas prácticas hegemonistas y sectarias que
no han hecho sino profundizar su fragmentación y sacar a relucir su deplorable
electorerismo, además de la mentalidad de secta que caracteriza a sus mentores.
La componenda,
el negocio de candidaturas y el cálculo oportunista han devenido en una
manoseada práctica política. Eso es lo que hemos constatado, por ejemplo, en
las últimas elecciones regionales y municipales, cuyo resultado está a ojos
vista.
De modo que
urge la refundación de la Izquierda como un gran movimiento de masas, con un
liderazgo democrático e intachable, surgido desde las bases y no impuesta desde
las alturas, sustentada en sólidos principios políticos y, al mismo tiempo, en
inexpugnables principios morales. Una Izquierda moderna e incorruptible, capaz
y honesta. Una real alternativa de gobierno y poder.