Se está
cerrando un periodo oscuro y nefasto de nuestra historia, pero nada augura que
el que viene será diferente. Todo indica que un continuismo agravado y
remozado, corregido y aumentado, de las sucesivas gestiones municipales va a
instaurarse nuevamente si es que lo seguimos permitiendo con nuestra
complacencia.
Este año ha
sido particularmente funesto, vergonzoso y hediondo. El diez de febrero la Sala
Penal Nacional condenó al alcalde de Chota, quien con la vista gorda de la
policía estuvo nueve meses prófugo de la justicia, hasta que una sala suprema
declaró nula la sentencia y ordenó nuevo juicio, lamentablemente tarde para sus intereses, ya que
el antedicho no alcanzó a postular a la reelección.
Vinieron las
elecciones municipales con los resultados que todos ya conocemos, tras una
campaña millonaria, que luego será cobrada y pagada con recursos públicos con
testaferros, licitaciones amañadas, sobrevaloración de adquisiciones y obras, y
no solo con la complacencia de la población sino además con la inoperancia de
las autoridades.
El pueblo
chotano y sus organizaciones de base que aún no han sido contaminadas de
indignidad, no pueden convertirse en cómplices ni comparsas de la gangrena de
la corrupción que está corroyendo
nuestro país. Ni cómplices ni comparsas de autoridades indignas, sea cual sea el
color o la bandera política que abrazaren.
Pues, por
ello, estar vigilantes y en alerta constante es un deber que los ciudadanos
dignos no debemos renunciar.
Semanario Amor y Llaga N° 552
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