domingo, 13 de julio de 2014

Oportunismo y corrupción

El oportunismo político es una deformación fétida de la actividad política, es un recurso al que recurren frecuentemente los políticos venales y deshonestos, sin ningún ápice de dignidad, para aprovecharse de las circunstancias en beneficio personal, bajo el pretexto de defender los “sagrados intereses populares”, frase ésta tan trillada que en la boca de esos cuatreros suena falsa.
Las urgentes necesidades de la población, los constantes reclamos y exigencias del pueblo, las legítimas y justas aspiraciones populares se convierten en manos de esos oportunistas en la materia prima para usarlos de caballito de batalla, abanderarse, figurar y, si la suerte les acompaña y encuentran un buen financista, terminar erigiéndose de alcaldes, presidentes regionales o congresistas, o de cualquier cargo público donde la teta sea grande y ubérrima.
Y, sobre todo, en periodos electorales encabezan luchas y reclamos (que en su momento los abandonaron o los dejaron de lado) con el único y evidente propósito de ganarse el aplauso de las “masas”, el favor de los votos y la gracia de alguna sinecura en las “ugeles”, en la región, en las subregiones, o en las municipalidades. Ejemplos a la vista.
Quizá esto no llame la atención porque la gente coloca en el mismo rasero a todos los políticos. Todos son iguales, dicen. Y tienen razón, porque nuestros políticos autodenominados de izquierda no han hecho nada para diferenciarse de aquellos de la derecha, sino más bien han procurado emularlos, y vaya que los han superado con creces: coimas, sobrevaluaciones, negociados, licitaciones entre gallos y medianoche, es decir: corrupción hasta la fetidez.

Semanario Amor y Llaga N° 529

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