“La tumba
más larga es la tumba más sombría que espera a las ciento treinta familias que
han quedado”. Con estas
palabras, la Parroquia Todos los Santos de Chota expresó su solidaridad,
preocupación y protesta contra la matanza de seis humildes campesinos que
cobarde y alevosamente se produjo el 1 de agosto de 1979, en La Colpa, entonces
jurisdicción del distrito de Paccha, hoy parte de Chalamarca.
Aquella fecha infausta y trágica cayeron:
Rogelio Ayay Lumba, Jorge Guevara Miranda, Juan Ayay Vásquez, Francisco Rojas
Herrera, Silvestre Marín Cortez y Umbelinda Estela Edquén, quien se encontraba
en avanzado estado de gestación. La insania y ferocidad de la policía de
asalto, bajo el mando del capitán Hugo Caldas Malpica, ocasionó además una
treintena de campesinos, hombres, mujeres, niños y ancianos heridos gravemente,
como Martín Rojas que fue pateado, golpeado, desnudado, abaleado y arrastrado
hasta el camión, donde fue conducido agonizante al hospital de Chota.
Por qué ese ensañamiento contra los
indefensos campesinos que lo único que reclamaban era un pedazo de tierra para
cultivarla, cuando existían más de 1500 hectáreas ociosas en manos de un grupo
de cooperativistas de la CAP Namoyoc-Colpa. El criminal desalojo, como se
señaló en su momento, sólo fue producto de una orden superior del gobierno
militar de Morales Bermúdez.
Ese execrable hecho, impulsó un categórico pronunciamiento
de la Prelatura de Chota suscrito por el
monseñor José Arana Berruete y once sacerdotes, tal documento concluye: “Al hacer público este pronunciamiento sólo
queremos hacer oír el grito del pueblo que sufre y que demanda, justicia,
libertad, respeto de los derechos fundamentales del hombre”.
Han transcurrido 34 años y es otra de las
tantas matanzas y violaciones a los derechos humanos que ha quedado impune,
pero jamás olvidada.
Amor y Llaga N° 497
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