En una sutil jugada política, el alcalde ha designado a
algunos integrantes del grupo de tertulias, rajes y chismorreos conocido como “los
chicos de la banquilla”, en importantes puestos de la Municipalidad Provincial
de Chota. Tales cargos van desde la gerencia municipal hasta algunas áreas críticas
como transporte y seguridad ciudadana.
El aludido es un grupo informal, sin cánones ni reglas, sin
jefes ni secretarios, pero sí con un horario convencional de reuniones
nocturnas la mayoría de las veces, que congrega sin restricciones a profesores cesantes y
activos, abogados y algún exalcalde o exregidores en ristre, y con una muy
amplia, variada y rica agenda de actualidad política, jurídica, económica,
taurina, vecinal y doméstica.
Como no es un grupo unido por vínculos de sangre política,
sino por el simple, antiquísimo y entretenido arte de pegar la hebra en las
horas de descanso, han asumido funciones municipales, entendemos, no atraídos
por un ingreso adicional tan necesario en estos tiempos, sino más bien por el
respetable interés de apuntalar la calamitosa y muy cuestionada gestión edil.
Pues así, por los cargos que ocupan, tienen en sus manos la
gran responsabilidad de reconducir la administración, desfacer entuertos, desarticular los tejes y manejes mafiosos del
presupuesto y transparentar la gestión municipal (para usar una palabra tan de
moda en la jerga burocrática, pero escasamente practicada). Y además tienen el
elevado reto de demostrar que sí son capaces de enfrentar y resolver los
problemas municipales.
Deseamos, con espíritu chotano y por el bien de Chota, que
se rectifique el rumbo errático e improvisado de la gestión municipal que en
dos años no tiene nada que exhibir que no sea soberbia, incapacidad y un manejo
del gobierno local con mentalidad, criterio y artes de negociante. Y que los
“chicos de la banquilla” que han asumido cargos no se conviertan en cabezas de
turco luego de su breve paso por la municipalidad.
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