lunes, 23 de julio de 2012

Lagunas, páramos y jalcas


En pleno conflicto causado por el empecinamiento de la Minera Yanacocha (Newmont-Buenaventura), con el aval y complicidad del gobierno para llevar adelante el cuestionado proyecto minero Conga, el presidente Humala promulgó la ley N° 29895 (El Peruano, 6 de julio), demostrando una vez más la doblez de su discurso y confirmando la conjetura popular de que las leyes se dan pero no se cumplen.
 Dicha norma modifica el artículo 99° de la Ley General del Ambiente (ley 28611) y se incluye a los páramos y jalcas dentro de los ecosistemas frágiles. Como está legislado, dentro de estos sistemas frágiles están comprendidos, entre otros, las lagunas altoandinas, los bofedales, los humedales, etc. Y como se sabe el 90 por ciento del territorio de Cajamarca está comprendido por ecosistemas frágiles.
El numeral 99.1 de la citada ley, precisa que en el ejercicio de sus funciones, las autoridades públicas adoptan medidas de protección especial para los ecosistemas frágiles. ¿Qué es lo que hace, entonces, el gobierno para proteger las lagunas altoandinas, los bofedales, los humedales, los páramos y jalcas de su inminente destrucción por explosiones, voladuras a tajo abierto, depósitos y degradación de relaves, contaminación de aguas subterráneas y superficiales?
 La respuesta es obvia. Los cajamarquinos hemos constatado con indignación la doblez de los discursos políticos y la permisión de las leyes para torcerlas a favor de intereses de los grupos de poder. La Ley General del Ambiente se dio en las postrimerías del gobierno de Toledo. Alán García la pisoteó impunemente, y hoy, el gobierno “nacionalista” del señor Humala, pretende seguir la ruta de su antecesor.

Amor y Llaga 460

miércoles, 18 de julio de 2012

El chancro del poder


El chancro es una úlcera corrosiva, de origen venéreo o sifilítica, muy contagiosa. Por eso, el filósofo francés Jean Paul Sartre hizo un símil con el mal que padecen aquellos que apenas llegan a la lujuria del poder y ya aparecen los síntomas de esa úlcera que les corroe el espíritu y la inteligencia. La humildad pasa a ser soberbia y la inteligencia es suplantada por la sinrazón de la fuerza, de modo que los gobernantes (en esta categoría se pueden incluir ciertas autoridades y funcionarios públicos) se convierten, por el efímero cargo que ocupan, en déspotas y autoritarios. El mismo Sartre precisa: “El autoritario manda en nombre de otro, de un parásito sagrado,… transmite las abstractas violencias que padece”.
Nuestro país está plagado de esos energúmenos. Hemos visto como han sufrido radicales transformaciones en su conducta, no sólo política sino inclusive personal. Llegan a ser y hacer lo que tanto han reprobado. El poder les seduce con voluptuosidad hasta que adquieren ese terrible mal y luego les dilacera el alma y les corroe el cerebro.
En lugar de ejercer el gobierno como un encargo que el pueblo les concede democráticamente, se creen dueños, amos y señores que pueden mandar y disponer de la vida de las personas, de los recursos naturales y de los bienes públicos como se les da la gana, asignándose potestades bajo argumentos rebatibles como  orden, propiedad, estado de derecho.
Encima de la razón del estado, está la razón de la vida. Eso es lo que jamás entienden ni entenderán los que tienen el chancro del poder metido en el alma corroyéndoles día a día hasta transformarlos en una miseria humana.

martes, 10 de julio de 2012

Amor y Llaga, 15 rebosantes años


Andar por el peligroso camino de un periodismo independiente, crítico, opinante e irreverente no sólo nos ha proporcionado el odio de los  grupos de poder, de los esperpentos de la política local, de funcionarios corruptos y sus acólitos de todo pedigrí, sino también de los propios periodistas dados al silencio, a la franela y al paño tibio.
Desde su primer número, Amor y Llaga, semanario chotano de opinión, anunció su línea periodística y la ha mantenido incólume a pesar de los arrebatos de aquellos que han medrado de los recursos públicos. Y la hemos mantenido con dignidad, pasión, firmeza y convicción, siguiendo el verso de nuestro Anaximandro Vega: “…hombres sin dobleces, apretados al honor”. 
En estos quince rebosantes años hemos llegado a 459 números que son, en buena cuenta, el testimonio escrito de un periodo crucial de nuestra historia, donde han pasado por el sillón del gobierno local personajes pintorescos, unos olvidados por lo que nunca hicieron alguna obra de trascendencia o, tal vez, recordados por las mañoserías en el manejo de la gestión pública.
En las columnas de este semanario manifestamos, sin medias tintas, nuestras opiniones y puntos de vista frente a los graves problemas de nuestra provincia y la región. Hemos denunciado y condenado siempre la lacra de la corrupción que corre la administración pública, y hemos alentado y expresado nuestra adhesión y solidaridad con las causas justas y legítimas de nuestros pueblos.
En este momento difícil y cruento para la región y decisivo para el futuro de las generaciones, nuestro respaldo a la lucha de los pueblos de Celendín, Hualgayoc y Cajamarca es militante, por eso nos reafirmamos en nuestra batalla por la verdad, la dignidad, la justicia y el bienestar, por una sociedad libre, más humana, más solidaria, más digna.

lunes, 2 de julio de 2012

Después de la embriaguez ¿qué?


La euforia, la alegría, la embriaguez y acaso también la nostalgia de la fiesta   pasen pronto y las cosas vuelvan al punto muerto de enfrentarnos a una realidad que vanamente se ha querido ocultar estos días. Como dijo el escritor checo Milan Kundera: “Pero no hay fiesta que dure eternamente”.
Sin duda el contexto de su estupenda novela, La insoportable levedad del ser, no es el mismo ni menos podemos equipararlo con nuestro escenario social. Sin embargo, el mensaje implícito de aquella obra es tan totalizador: el drama que padece un pueblo frente a la invasión de la violencia.
 Pero, nuestro pueblo no sólo padece la invasión de la violencia en sus manifestaciones más sutiles y más crueles, sino también la invasión de la hibridez, la amenaza de la zafiedad, el enseñoramiento de la estupidez y el endiosamiento de los falsos e impostores, sobre todo, en el ámbito de la política y el gobierno.
De no tomarse las acciones necesarias para acabar con esa lacra que cohabita en cada entidad pública, nuestro pueblo, no será más que fama de un pasado que a duras penas está en la memoria histórica; y nuestra ciudad será una más de las que crecen sin ningún norte, sin ninguna perspectiva de auténtico progreso y desarrollo.
La juventud chotana tiene un reto que no puede ni debe esquivar ni aplazar. 
 
Amor y Llaga 458