Dice el filósofo español Fernando Savater que hay imbéciles de varios modelos. Uno de ellos es: “El que se cree que no quiere nada, que dice que todo le da igual, el que vive en un perpetuo bostezo o en siesta permanente, aunque tenga los ojos abiertos y no ronque”. Este es uno de los modelos de imbécil más perniciosos en la sociedad.
Este es el tipo de imbécil al que le importa un pito lo que ocurra en su entorno, le da igual que roben o no roben las autoridades, le da igual que gane tal o cual candidato, le da igual que maten a los campesinos o los echen de sus tierras, le da igual que la educación sea de mala calidad o que un profesor chantajee con la nota, le da igual que un juez tuerza la ley bajo presiones políticas o sobornos.
Nuestro país, particularmente nuestra provincia, están saturados de ese tipo de imbéciles. Y es precisamente de esa conducta reprobable de la cual se aprovechan aquellos políticos que viven a expensas de la imbecilidad de la gente, a la que quisieran mantenerla por siempre en un bostezo permanente, en la indolencia, la apatía y la desidia; y consideran a los ciudadanos como robotizados números de DNI, listos para votar.
Dice el citado filósofo que imbécil es el que necesita bastón para caminar (imbécil proviene de la palabra latina baculus que significa bastón). “Si el imbécil cojea no es de los pies, si no del ánimo: Es su espíritu el debilucho y cojitranco”, precisa.
Hay que romper, entonces, con esa caterva de imbéciles que dicen “me da igual”.
Amor y Llaga N° 395
Este es el tipo de imbécil al que le importa un pito lo que ocurra en su entorno, le da igual que roben o no roben las autoridades, le da igual que gane tal o cual candidato, le da igual que maten a los campesinos o los echen de sus tierras, le da igual que la educación sea de mala calidad o que un profesor chantajee con la nota, le da igual que un juez tuerza la ley bajo presiones políticas o sobornos.
Nuestro país, particularmente nuestra provincia, están saturados de ese tipo de imbéciles. Y es precisamente de esa conducta reprobable de la cual se aprovechan aquellos políticos que viven a expensas de la imbecilidad de la gente, a la que quisieran mantenerla por siempre en un bostezo permanente, en la indolencia, la apatía y la desidia; y consideran a los ciudadanos como robotizados números de DNI, listos para votar.
Dice el citado filósofo que imbécil es el que necesita bastón para caminar (imbécil proviene de la palabra latina baculus que significa bastón). “Si el imbécil cojea no es de los pies, si no del ánimo: Es su espíritu el debilucho y cojitranco”, precisa.
Hay que romper, entonces, con esa caterva de imbéciles que dicen “me da igual”.
Amor y Llaga N° 395
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