Empecemos
por una pregunta: ¿hay una elección libre, voluntaria y consciente cuando de
por medio hay una campaña electoral desigual, basada en la mentira, en la
desinformación, en el uso de recursos moral y políticamente prohibidos y en la
compra de votos a cambio de dádivas? Sencillamente que no. Pues esa elección
está viciada y el elegido es un fraude infame.
Así, de ese
modo, las elecciones resultan un artificio donde termina ganando aquel
candidato que ha mentido descaradamente, aquel que considera a los electores
una masa de muertos de hambre, aquel que no tiene ni la remota idea de lo que
es ser alcalde ni de lo que significa gobernar una ciudad o una provincia.
Hemos tenido
periodos sucesivos de alcaldes ineptos y, además, ladrones. Sus méritos más
notorios son haber usado el cargo para enriquecerse ilícitamente, usar el poder
local para sus negocios turbios, con testaferros que de la noche a la mañana
han surgido como prósperos empresarios y que ahora financian sus campañas con
gruesos fajos de billetes.
Entonces,
¿por quién votar? Por el candidato honesto y sincero, con una hoja de vida
limpia y transparente, capacitado para gobernar una ciudad, con una real
vocación de servicio, conocedor de la problemática provincial, firme y claro en
sus decisiones, de sólidos principios y con un auténtico amor por Chota.
Si algún
candidato reúne estas elevadas cualidades personales votemos por él, si no lo
hay no nos queda más opción que botarlos.
Semanario Amor y Llaga N° 542
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