Esta es una
semana definitiva y crucial, con resultados previstos, pero sin futuro. O mejor
dicho con futuro incierto para Chota. Un “todo puede pasar” tímido, riesgoso,
frustrante o quizá esperanzador. No hay nada que augure aún (ni las encuestas
amañadas) el victorioso de las elecciones municipales del domingo.
Por supuesto
que para algunos es una victoria política. Pero, sobre todo, es una victoria
económica y estratégica, pues las arcas municipales son un verdadero y
codiciado botín, al que los advenedizos llegan con la única intención de
desvalijarlo y hacer de la gestión municipal un negocio turbio y pestífero.
Si bien las
autoridades elegidas pueden catapultarse electoralmente. No puede decirse lo
mismo de su legitimidad, porque no son producto de una elección limpia,
transparente, realmente democrática, sino, más bien, el resultado de una anomia
social, del descrédito de la política, del abuso del poder, de la corrupción
consentida y el beneplácito de los ignorantes.
De modo que ingresamos a la recta final de las
elecciones con pocas esperanzas y muchas dudas. Los que ayer predicaban,
siguiendo a Mariátegui, la política como pedagogía, no han hecho nada más que
ensuciar con heces el legado del gran pensador peruano. ¿Quién puede creer
ahora en esos revolucionarios de papel (higiénico)?
Y una
pregunta final: ¿por qué los chotanos tan afamados de rebeldes y libertarios,
reconocidos en el ámbito nacional como valientes y corajudos luchadores contra
la injusticia y la corrupción permitimos está afrenta contra nuestro propio
honor y dignidad?
Semanario Amor y Llaga N° 543
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