lunes, 13 de enero de 2014

Saber elegir

Saber elegir, este año y los venideros, se convierte en una obligación moral y política elemental y prioritaria, y una demostración de lucidez “en estos tiempos en que a ciegas vamos tropezando” (José Saramago), donde se vive una especie de letargo y envilecimiento del electorado, minimizado al maquinal acto de votar sin comprender el valor e importancia de su voto, ni las consecuencias de ello.
Muchos reducen la democracia a elecciones, las elecciones a candidatos, y los candidatos a dinero, dejando de lado las opciones políticas, los planes de gobierno, las propuestas y alternativas, y soslayando, desgraciadamente, la calidad moral de los postulantes, quienes, como se ve y se confirma, no tienen un gramo de sangre en la cara y hacen gala de un increíble cinismo.
La idea que ha ido ganando fuerza y cómo se desarrolla la política en el país es que ésta no es más que una actividad mercantil; cuyas relaciones clientelares han venido socavando a la administración pública, a los partidos políticos, al propio estado para trastrocarlos en fuentes de negocio, y luego degenerar en canteras de corrupción.

En la disyuntiva que nos ofrece el aún tibio panorama electoral de optar entre tanto mafioso probado o por comprobar, el voto consciente, libre, limpio y firme debe ser la opción que exprese la desilusión, la indignación y el rechazo a quienes quieren hacer de nuestros pueblos sus vasallos, mientras van atesorando fortunas mal habidas. 
Amor y Llags N° 515

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