lunes, 20 de enero de 2014

MAS ¿corrupción?

La corrupción es uno de los peores males de nuestra sociedad,  se concentra en todos los engranajes del estado y, como un cáncer incurable, se irradia a todo el tejido social, hasta descomponerlo; su putridez y sus hedores alcanzan grados inimaginables y consecuencias gravísimas para el pueblo. Una de ellas es que ahonda la pobreza y frustra el desarrollo.
Tiene muchas presentaciones, formas y modalidades. En nuestro país, como lo documenta el historiador Alfonso Quiroz Norris, “no es algo esporádico sino, más bien, un elemento sistémico, enraizado en estructuras centrales de la sociedad” (Historia de la corrupción en el Perú). Es en la década del 90 donde, sin embargo, se develó los mayores niveles de corrupción política.
No obstante, ante la impunidad y suavidad con que se trata a los corruptos en el país, la corrupción ha crecido considerablemente, involucrando a simples autoridades y funcionarios que manejan incluso exiguos recursos que terminan en sus cuentas o en la de testaferros, afectando, como se ha dicho, el desarrollo y ahondando la pobreza.

Con cierta esperanza y quizá con ingenua expectativa se optó en la región por una alternativa política que diera muestras verdaderas y pasos firmes para acabar con la corrupción en la administración pública. Las recientes pugnas y denuncias de corrupción en la DISA nos revelan cuan podrido anda la gestión en esos sectores claves para garantizar la salud del pueblo. Lo que vemos, no sólo decepciona sino indigna.
Amor y Llaga N° 517

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