Nuestra tan afamada tierra de Akunta, de valerosos e
hidalgos chotanos, una vez más ha sido manchada, mancillada y humillada con la
deshonra de contar con un alcalde que se encuentra en el ranking de los once
alcaldes investigados por la Policía Antidrogas, además de encontrarse procesado
por el delito de lavado de activos, entre otras acusaciones que pesan en su
contra y que curiosamente duermen en los anaqueles judiciales el sueño de los
justos para usar una expresión eufemística, es decir blandura cuando se trata
de sancionar a los peces gordos y gorditos del crimen.
El
narcotráfico ha invadido todas las esferas del tejido social, se consolida en
los bajos fondos de la delincuencia, se camufla en las empresas y negocios, se
disfraza en los grupos terroristas, penetra airosamente en el sistema judicial
y en la policía, solventa y se asimila a la política y, finalmente, controla
los entes gubernamentales. ¿Acaso no se habla del congreso con una buena
representación de narco-congresistas?, ¿acaso los narcoindultos no son una
expresión del nocivo poder omnímodo del narcotráfico?
Nuestra provincia, en un enjundioso reportaje
del diario La República, fue considerada una de las rutas del narcotráfico en
el norte del país. Una fama que algunas autoridades “elegidas con su plata” y
algunos “prósperos” comerciantes se han encargado de confirmarla. En esa ruta, a nuestra querida
Chota se la conocerá (o ya se la conoce) como el paraíso de la pasta y el
látex. ¡Qué fama!
Amor y Llaga N° 502
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