lunes, 10 de junio de 2013

Vamos a la fiesta de San Juan

Desde que se nos impusiera, tras la conquista española, la fiesta patronal de San Juan Bautista que celebramos anualmente en torno al 24 de junio, con oficios religiosos y celebraciones y espectáculos (corridas de toros) que rayan con cierto paganismo decimonónico, quiéralo o no, forma parte de la tradición y del sincretismo religioso y cultural que ha calado muy hondo en el ideario, el espíritu y sentimiento de nuestro pueblo.

  Naturalmente que la alegría forma parte sustancial del ser humano, pues etimológicamente significa estar vivo y animado. Y las festividades religiosas cumplen ese rol que dota, a su vez, de espiritualidad y de energía a las celebraciones. Sin embargo, aunado a ello, perviven pesados lastres inconcebibles en un mundo que procura un mayor respeto a la dignidad, a los derechos fundamentales de las personas, inclusive a la protección y defensa de los animales y la naturaleza.
  Es cierto que un sector muy importante de la población, movido por la fuerza de la tradición, asocia la fiesta de San Juan Bautista con corridas de toros, pero también lo es que de esto, los municipios locales han hecho su programa de gobierno, y los alcaldes e incondicionales de toda estirpe, su causa y sus pingües negocios. Claro ejemplo de lo dicho, es el negociado de cerca de medio millón de soles que se esfumaron en San Juanpampa, que se sigue “investigando”, hasta el archivamiento y el olvido.
  Vamos a la fiesta de San Juan, ¡claro!, los chotanos y turistas de diferentes partes del país lo anunciamos con más efusión en estas últimas semanas. Nos entusiasmamos con el espejismo de una ciudad limpia, ordenada, con servicios básicos necesarios, vías transitables, autoridades honestas. Pero, al llegar, nos damos de bruces con una ciudad caótica, errática, administrada por ineptos en el gobierno, pero muy aptos y voraces en la rapiña.
Amor y Llaga N° 490

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