La corrupción ha llegado a tales extremos que ha arrastrado a la Municipalidad Provincial de Chota a una crisis institucional de magnitudes nunca antes vista. Algunos piden la intervención de la Contraloría General de la República o del Ministerio Público, pero cómo confiar en estas entidades que antes de investigar con rapidez y eficacia, más bien la protegen y avalan, como se ha constatado con la resolución del Jurado Nacional de Elecciones, que colocan las consideraciones legalistas por encima del interés público, de la moralidad que deben observar las autoridades y de la dignidad de los pueblos.
La corrupción es una de las peores lacras de la sociedad. Se gesta y desarrolla en los niveles más altos del poder político, se expande a todos los niveles de gobierno y se irradia a la sociedad. Y por lo mismo que los corruptos ostentan los más altos cargos públicos se van generando en las instituciones estatales una red eficaz de favores, sombras, protección, refugios y tutelas mutuas, incluso amparados por la ley bajo formas sutiles o verbalmente encubiertas.
Con mucha razón los criminólogo argentino Elías Neumann escribió: “Los corruptos son delincuentes que no tienen necesidad de huir de nada. Nadie les agarra del cuello. Están más allá de algún inexorable envilecimiento aunque algún juez molesto los haga comparecer por una cierta denuncia. Es una incomodidad, pero finalmente no ocurre nada”. Qué gran verdad.
El daño moral y económico que los corruptos ocasionan a la sociedad es cuantioso. Por un lado, envilecen a las personas (por ejemplo: ronderos vendidos por unas migajas protegiendo al alcalde, y ciertos profesores y periodistas comprados cumpliendo servilmente su papel de defensores de la corrupción); por otro lado, los recursos públicos son las fuente de su enriquecimiento ilícito (hace diez años atrás el presupuesto de la Municipalidad de Chota apenas alcanzaba la cifra de 5 millones de nuevos soles, ahora se ha quintuplicado, llegando el 2011 a más de 27 millones de nuevos soles).
Se impone que los ciudadanos libres y las organizaciones que verdaderamente representan y defienden los intereses populares emprendamos una lucha por la dignidad de Chota.
Amor y Llaga N° 444
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