lunes, 21 de febrero de 2011

Sobre colas y horarios


Cuando un ciudadano acude a una oficina pública lo hace para recibir una atención digna y satisfactoria o, al menos, obtener una respuesta convincente respecto a la petición que ha formulado o realizar un trámite. Esto supone que las entidades públicas establezcan horarios de atención suficientes y adecuados, informaciones claras e indubitables, procedimientos simples y rápidos y, fundamentalmente, contar con personal capacitado, honesto, comprensivo y que brinde un trato social y humano a todos los usuarios, sin discriminación alguna.

Nada de esto ocurre (o tal vez son lunares imperceptibles). Los horarios y el número de empleados para brindar atención se reducen hasta obligar a los usuarios a formar largas, tediosas y soporíferas colas; las informaciones son ambiguas y ocultas contrariando el principio de publicidad legal; los procedimientos y trámites, engorros y paquidérmicos. Y en cuanto al personal, soberbio y abusivo, trata a la gente de modo descortés y despectivo que pareciera que son dueños de las entidades públicas.

Esta situación la sufrimos todos los usuarios que a diario acudimos a realizar algún trámite o gestión a las oficinas públicas. Algunos soportan los vejámenes de algún empleaducho histérico o dignamente los enfrentan exigiendo un derecho, el de petición, que toda autoridad, funcionario o simple empleado está obligado a respectar y cumplir.

El malestar frente a este canceroso mal que daña a la administración pública y a la sociedad, está creciendo y más que un cándido comité de fiscalización, requiere un decidido frente de lucha por la moralización y contra la corrupción que, en definitiva, es el soporte del maltrato al público.

Amor y Llaga N° 405

¿Y nuestra ciudad?


Si bien el tráfago electoral marca el ritmo de la coyuntura política, de las noticias y los comentarios, no menos importante es señalar la dirección y el soporte que va tomando la gestión municipal en Chota, toda vez que las necesidades, problemas y exigencias locales no se pueden posponer, ante los cuales las autoridades ediles parecen haber optado por la comodidad del silencio y la inacción.

Uno de esos problemas es el crecimiento y el desarrollo urbano de Chota. Nuestra ciudad, pese al cuantioso gasto en planes directores, crece en forma caótica, al libre albedrío de los propietarios de terrenos, las construcciones no obedecen las normas técnicas, no hay espacios y áreas verdes mínimas, se deteriora irremediablemente la naturaleza y se vulnera el porvenir de una ciudad sana, habitable y desarrollada.

Tenemos la decepcionante impresión que los planes de gobierno presentados al momento de inscribir las listas de candidatos no son más que una mera formalidad para pasar la valla, mas no uno de los requisitos primordiales para saber cómo van a gobernar y qué alternativas proponen para solucionar los problemas locales.

Y la decepción se convierte en indignación cuando se pretende gobernar una ciudad con los mismos cánones ya cuestionados, reprobados y rechazados de gestiones anteriores, es decir, sin planes ni programas de gobierno, sin ningún plan de desarrollo provincial; en suma, sin más objetivos que los de administrar las rentas municipales en beneficio de vedados intereses personales. Los hechos lo confirman.

Amor y Llaga N° 404

lunes, 7 de febrero de 2011

La política se ha emputecido

Un asiduo interlocutor me pregunta por el chat si acaso no estoy decepcionado de la política. Mi respuesta es tajante: decepcionado no, sino indignado con quienes la han emputecido y envilecido a niveles tan despreciables como vergonzosos.

Las dos últimas décadas, desde la irrupción del fujimorismo, han sido el caldo de cultivo propicio -como en la microbiología- para el crecimiento y la reproducción de esas bacterias que han infectado y gangrenado todo el tejido social y político del país.

Ninguna agrupación política escapa a esta conjetura. Y, por consiguiente, los candidatos al congreso que hoy pretenden representarnos, no son sino la expresión inicua e infame de ese emputecimiento de la política.

Unos con mayor o total desfachatez e impunidad lucen su orfandad de principios, su penuria moral y ética, su insolvencia intelectual, su desconocimiento de la realidad y problemática social, su ignorancia política. En suma, sólo les mueve la avidez del poder y un sueldo para salir de pobre.

Esta triste realidad es, además, parte de la profunda crisis que envuelve a los partidos políticos. De modo que una alternativa urgente es renovarlos e institucionalizarlos, aun a fuerza de luchar contra los caudillos que los dirigen o manipulan.

jueves, 3 de febrero de 2011

Cocaína y opio

La fama de chotanos valientes, libertarios, aguerridos y rebeldes ha ido diluyéndose sutil y paulatinamente hasta convertirse hoy en una fama espuria y contrahecha. Lo que ahora nos da notoriedad y noticias en los diarios nacionales es de que Chota se ha transformado en una provincia que, junto con Celendín, lidera la producción de opio. (La República, 28 /01/2011).

Por supuesto, este dato no es nada nuevo, más bien es la confirmación de algo que se sabe a vox populi, pero se calla en mil idiomas: el narcotráfico ha invadido importantes rubros del comercio y la construcción local, ha ingresado en la política y se puede asegurar que controla, o por lo menos ha neutralizado, importantes instituciones del Estado (gobiernos locales, policía, etc.).

El mismo diario nacional publicó dos años atrás un amplio reportaje sobre esta lacra. Y nuestra querida Chota estaba considerada como una de las importantes zonas en el norte del país para la producción y tráfico de pasta básica de cocaína –PBC. Esto explica, sin ser muy perspicaces, la aparición de la noche a la mañana, como se dice con cierta candidez y suspicacia, de extraordinarias e increíbles fortunas, propiedades y riquezas.

Qué triste fama la que ahora nos han endilgado los narcotraficantes y también los políticos avezados e inescrupulosos. Por obra y gracia de los sucesivos gobiernos nuestro país es ahora el primer productor mundial de pasta básica de cocaína. Narcotráfico y política se han asociado como la cocaína y el opio.