Hasta el momento tenemos siete candidatos al sillón municipal en ciernes. Y tal vez otro tanto en fase de anidación. Los hay serios y convincentes (¿?), histriónicos y contorsionistas, sinvergüenzas y arrogantes. El espectro es variado, para todos los gustos, todos los intereses, todas las aficiones.
Eso es democracia, dicen muchos sin reparar más allá de las formas. El pueblo decide a quien da su voto. El pueblo es el soberano y su voluntad se refleja en las urnas. La voz del pueblo es la voz de dios.
Todos estos conceptos aceptados maquinalmente se escuchan con frecuencia en estas lides electorales en boca de los políticos y repiten, también maquinalmente, los medios de comunicación, por no decir periodistas profanos y utilitarios.
Democracia no es solamente elegir, porque como se constata, las elecciones están plagadas de manipulaciones de todo tipo: candidatos que usan (por no decir roban) los recursos públicos para financiar sus campañas, poderosos intereses económicos financian éstas por lo bajo a cambio de favores en las contrataciones y adquisiciones (programa vaso de leche, por ejemplo), se compra la conciencia y el voto de electores con engaños y dinero. En fin, las mafias han inventado una serie de artimañas para ganar. Han construido una forma de democracia para lucrar, en nombre del pueblo y en nombre de dios.
En sentido contrario, tendremos una auténtica democracia cuando seamos implacables contra la corrupción y los podridos, cuando el poder -como señala el escritor español Alberto Vásquez Figueroa- no parezca una presa ansiada por todos cuantos pretenden enriquecerse rápidamente.
Eso es democracia, dicen muchos sin reparar más allá de las formas. El pueblo decide a quien da su voto. El pueblo es el soberano y su voluntad se refleja en las urnas. La voz del pueblo es la voz de dios.
Todos estos conceptos aceptados maquinalmente se escuchan con frecuencia en estas lides electorales en boca de los políticos y repiten, también maquinalmente, los medios de comunicación, por no decir periodistas profanos y utilitarios.
Democracia no es solamente elegir, porque como se constata, las elecciones están plagadas de manipulaciones de todo tipo: candidatos que usan (por no decir roban) los recursos públicos para financiar sus campañas, poderosos intereses económicos financian éstas por lo bajo a cambio de favores en las contrataciones y adquisiciones (programa vaso de leche, por ejemplo), se compra la conciencia y el voto de electores con engaños y dinero. En fin, las mafias han inventado una serie de artimañas para ganar. Han construido una forma de democracia para lucrar, en nombre del pueblo y en nombre de dios.
En sentido contrario, tendremos una auténtica democracia cuando seamos implacables contra la corrupción y los podridos, cuando el poder -como señala el escritor español Alberto Vásquez Figueroa- no parezca una presa ansiada por todos cuantos pretenden enriquecerse rápidamente.
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