Dentro de
cinco semanas tendremos los primeros resultados de quien sería el nuevo alcalde
de Chota y la composición del Concejo Municipal, tras una campaña electoral
pobre en ideas, propuestas y debates, pero dispendiosa en dádivas, colorines y
embustes. Nunca antes la política local ha estado tan infectada de avidez y
miseria.
Hace algo
más de dos décadas que Chota carece de un alcalde idóneo, a la altura de una
ciudad histórica, progresista y en constante crecimiento. Conforme se
desenvuelve este proceso electoral no se conjetura un porvenir mejor, salvo
algún cambio de rumbo, radical y contundente, que devuelva a nuestro pueblo la
dignidad que se le ha mancillado.
Se supone
que en un sistema democrático las elecciones sirven para elegir al mejor
candidato, al que nos convence con argumentos sólidos, propuestas concretas e
ideas claras, a la persona de probada honestidad y honradez, al más preparado y
capacitado para el cargo, al conocedor de la historia de Chota, su
idiosincrasia y sus problemas y necesidades.
Nada de
lo dicho en el párrafo anterior parece importar a la gran mayoría de electores,
quienes nos endilgarán de nuevo, gracias a las dádivas, otro periodo municipal
de improvisación, desgobierno, falta de autoridad y, lo que es peor, de
corruptelas y latrocinios. Todo ello para recuperar sus gastos de campaña. Así
de sencillo.
Semanario Amor y Llaga N° 539
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