El
cuestionamiento público, o mejor dicho el desafío al presidente regional por
parte de un miembro de su propio círculo de asesores políticos, sólo por el
hecho de no haber sido designado gerente subregional, dice mucho del nivel de
descomposición de la política y de la pésima calidad del equipo que gobierna la
región.
Hace
mucho que se advertía la proximidad de un enfrentamiento así, inútil, torpe y
risible, pero a su vez indignante. Gestado, por supuesto, por ese mal
recurrente en nuestra sociedad, practicado y replicado por todos los que han
llegado a un cargo ya sea por elección popular o designación, que creen que la administración
pública es para llenarse los bolsillos.
Pero,
aquí se suma otro factor, tal vez el que haya desencadenado el pleito: el afán
electorero del presidente regional, más empeñado en promover su candidatura que
en solucionar los problemas de fondo de Cajamarca. Lo cual ha despertado, por
igual, las apetencias de los señoríos políticos locales.
Abandono
de las promesas y compromisos, manipulación de las necesidades del pueblo, uso
indebido de los recursos públicos, clientelismo a toda máquina, peleas
intestinas por copar los cargos, incapacidad para solucionar los problemas, las
necesidades y exigencias del pueblo, en fin… ¿en qué se diferencian de la
derecha?
Un movimiento o un partido que no se
construye sobre bases políticas, ideológicas y sociales firmes y principistas,
más aún si se reclama de izquierda, termina corroído por la más escabrosa pugna
por el control de los puestos y cargos, y la renuncia a su ideario, para
convertirse en una rapaz gavilla electorera o, mejor dicho, para mostrar sus
verdaderas garras.
Amor y Llaga N°
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