Lograr que se consigne la partida correspondiente en el presupuesto nacional, se culminen los estudios, se liciten las obras y se inicien los trabajos del asfaltado de la carretera Chota – Chiclayo, no ha sido una tarea fácil, ni menos una gestión de los últimos años. Ha sido un constante reclamo y una lucha permanente de más de tres décadas. Una aspiración legítima y justa que ha costado incluso la vida y la integridad física de humildes campesinos.
El 17 de junio de 1994, en pleno auge de la dictadura fujimorista, efectivos policiales enfrentaron a la población en el sector La Retama, del distrito de Lajas, que se había congregado en acciones de protesta para exigir que la minera canadiense Cambior (a cargo de la exploración de las minas de La Granja - Querocoto), cumpla con el compromiso de proporcionar combustible y maquinaria para el mejoramiento de la deteriorada carretera Chota – Chiclayo.
Aquel día fatídico perdieron la vida tres personas, entre ellos Belisario Tantaleán Bautista, rondero de Colpatuapampa, y resultaron gravemente heridos como consecuencia de los disparos de bala: Nórvil Chávez Vásquez, Grimaniel Fernández Centurión, José Santos Bernal, Genaro Sánchez Vílchez, Edilberto Medina Sánchez, Abraham Pérez Vásquez e Ismael Barboza Cubas. Berbelina Rojas Bautista tuvo que ser amputada de una de las piernas.
La inefable fiscal Blanca Nélida Colán ordenó una investigación que como siempre sirvió más bien para desviar responsabilidades y, por el contrario, fue usada para perseguir al alcalde, regidores, periodistas, profesores y dirigentes populares, quienes fueron denunciados por el delito de terrorismo.
Estos sucesos ocurrieron hace 17 años. La sangre y la vida de los chotanos caídos y heridos en la lucha por la carretera no deben ser olvidada.
Amor y Llaga N° 416
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