Contrariando la creencia oficial y cegatona, la historia de Chota no empieza el 1° de noviembre de 1552. Afirmar ello es negar la historia milenaria de nuestro pueblo, es adoptar –frente a la historia- una visión aristocrática, amputada y simple.
¿Por qué se celebra este acontecimiento, entonces? La celebración de este acontecimiento se inició con la propuesta del Dr. Francisco Cadenillas Gálvez quien formuló la primera hipótesis de la fundación española de Chota (Chota en la historia del Perú, págs. 84 -85), afirmando que el sacerdote Juan Ramírez fundó la ciudad el 1° de noviembre de 1552. Investigaciones posteriores han desmentido esta hipótesis.
De modo que la llamada “fundación española de Chota” no es más que una postura, una costumbre o una conveniencia social contraria a la verdad histórica. Y el acta de fundación, en tanto no se demuestre fehaciente e incontrovertiblemente, sigue siendo un documento apócrifo.
Entonces ¿qué celebrar? Celebrar a Chota, rendir homenaje a un pueblo milenario. Nuestra historia se remonta a muchos cientos de años antes, inclusive si seguimos la huella de los primeros asentamientos humanos cuyos vestigios se encuentran en las paredes de las cuevas y abrigos diseminados en un extenso territorio de la provincia, comprenderemos que Chota es un pueblo milenario.
Celebrar a un pueblo, a sus hombres y a la tierra, a la que debemos todo y nada ofrecemos y damos. Celebrar a un pueblo generoso, laborioso y rebelde. Rendir homenaje a sus epónimos hombres como Pedro Tantallacta, Inocencio Consanchillón, Jose Manuel Osores Cuervo, Manuel José Becerra Silva, Arturo Osores Cabrera, Eleodoro Benel Zuloeta, Anaximandro Vega Mateola, Antonio Soto Burga. A ellos que personifican la identidad chotana.
Amor y Llaga N° 394