Dice mi compañero de colegio, Iván Fustamante, que a la hora de votar los chotanos nos enfrentamos ante un terrible dilema: o votar por un narco o votar por un ladrón. Como vemos y constatamos, es realmente triste y desalentador el panorama electoral en Chota.
Un candidato, con mucho espíritu emprendedor, honesto y debutante en estas lides, me cuenta que a cada sitio que va los campesinos no le piden, sino le exigen “cuánto hay para votar por usted”. Esa conocida frase “cuánto hay”, ¿acaso no se imputaba a un juez que los propios campesinos ayudaron a sacarlo del poder judicial precisamente por corrupto?
En igual infortunio, me escribe un candidato dejando notar su desazón que en cierto lugar se le acercó un campesino llevando unos DNIs y le dijo: “mire señor, en mi familia somos como quince que votamos, aquí están los DNIs, si no nos ha traído nada es mejor que se vaya”.
Otro candidato, amigo mío, a quien no puedo reprocharle nada sino su afán de estar siempre en la palestra política, me comunica su desafortunada campaña cuanto se tiene que competir en desiguales condiciones con candidatos con mucho poder (¿?) económico, movidos por fuerzas oscuras de la corrupción, el narcotráfico o la mafia.
Y quienes han convertido las elecciones en competencia de regalos, de dádivas, de compra de conciencias, de abusivas ostentaciones de dinero y poder, son justamente aquellos candidatos movidos por los hilos del narcotráfico o la corrupción y el latrocinio, lacras que en definitiva se dan la mano.
Contra ese terrible dilema electoral y social, las fuerzas políticas, las instituciones sociales y las personas honestas, progresistas y dignas tienen que levantarse antes que sea muy tarde.
(Amor y Llaga N° 390)
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