Acabamos de
cerrar un año y empezamos uno nuevo. Algunos lo queman, lo recriminan, lo
odian. Que nunca más vuelva, dicen. Otros, en cambio, con esperanzada gratitud
piden que se repitan los éxitos, los logros, las oportunidades. Por supuesto
que la vida no es un camino rectilíneo ni parejo. Tiene sus altibajos, sus
cambios bruscos, sus hechos inextricables, sus contrasentidos. Todo ello: o se
asimila y nutre la experiencia, o nos derrota irremediablemente si no sabemos
descifrar su lección.
Nuestra
actividad periodística en el semanario Amor y Llaga se vio frustrada casi todo el 2015 por la mala racha en la salud
de nuestro amigo y compañero José López Coronado, así como la del suscrito.
Superados en parte aquellos impedimentos empezamos este año renovados de
espíritu, con mayor ímpetu, reafirmando nuestra irrenunciable pasión por la
vida y la humanidad, y nuestra inquebrantable lucha por una sociedad libre,
justa, digna y solidaria.
Muchos acontecimientos han marcado el año que
pasó: escándalos de corrupción de gobernantes, políticos y autoridades de todo
nivel que se diluyen tras otros escándalos; enormes y vergonzosos giros de los
políticos y los aspirantes a cargos públicos; leyes y decisiones políticas
aberrantes; en fin, todo para colmar la indignación, para agitar la rebeldía,
para volver y llenar calles y plazas y gritar al unísono al rostro de los
infames hasta que se les caiga la máscara.
Savater con
su conocida sapiencia y claridad dice: “quien
carece de indignación frente a los absurdos políticos pasados o presentes no
puede tener impulso revolucionario.”[1]
Nosotros tenemos como única arma de combate nuestra palabra breve, libre,
clara y rotunda, como sustento nuestra dignidad y como energía motivadora la
indignación frente a las cosas perversas y falsas. Por ello decimos: de nuevo
en la lucha.
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