La proximidad del aniversario de Chota nos alienta a unas
reflexiones más o menos críticas sobre el pasado, presente y futuro de nuestra
provincia. Esto porque pronto, con seguridad, desde convenidas posiciones
oficiales se volverán a repetir clisés como aquel que sostiene, por ejemplo, que
nuestra ciudad fue fundada el 1 de noviembre del año 1552, por el religioso
agustino Juan Ramírez.
Es decir, para cierto sector hispanófilo y renuente a la
verdad histórica, nuestra historia comienza con la llegada de los españoles,
con todos sus emblemas, su lengua y religión, y menosprecian el inmenso legado de
las diversas culturas que poblaron estos territorios cientos y miles de años antes de la llegada de
aquéllos.
Los nombres mismos de Chota o Acunta nos revelan el origen
no español, sino autóctono, ambos derivados del muchik, el primero, de la voz Chot,
que alude al templo erigido para rendir culto a Naylamp, y el segundo, Acunta,
que fue uno de los doce hijos de Cium, sucesor de Naylamp, y que se
sostiene fue quien se internó en las comarcas de los wambos hasta conquistarlos.
Los recientes descubrimientos en Pacopampa, contemporánea
con Chavín,
y la aún no estudiada presencia de pinturas rupestres en cuevas y abrigos de la
zona, entre ellos, el de Pongoya (Chimbán), que a decir
nuestro, es uno de los más grandes emporios de pintura rupestre del norte del
país, son indicativos de un antiguo poblamiento de nuestra provincia.
Es preciso, entonces, conocer nuestro pasado para saber
quiénes somos y a dónde vamos.
Amor y Llaga N° 469