domingo, 16 de noviembre de 2014

Hace 90 años, la insurrección

En la mañana del 20 de noviembre de 1924, 80 hombres armados al mando del Dr. Arturo Osores Cabrera, del coronel Samuel del Alcázar Litardo, del teniente Carlos Barreda Cante y de Eleodoro Benel Zuloeta, a los que se adhirieron una importante milicia de ciudadanos y estudiantes sanjuanistas, tomaron la ciudad de Chota, para dar inicio así a una insurrección armada cuyo propósito era el derrocamiento de la dictadura de Augusto B. Leguía.

El movimiento debió contar con alzamientos simultáneos en Piura, Trujillo, Arequipa y Lima, así como con  el respaldo político, económico y militar del general Oscar R. Benavides. Lamentablemente no fue así. Enterado el gobierno de los planes insurreccionales tomó las precauciones del caso y ya había dispuesto la organización y envío de un destacamento contrainsurgente al mando del capitán Benigno Alvarez y  teniente Zenón Noriega.
No obstante de producida la azarosa batalla de Churucancha en la que las fuerzas gobiernistas apoyadas por los chetillanos de los Villacorta derrotaron a los rebeldes; el cruel fusilamiento del coronel del Alcázar y del teniente Barreda, y el posterior apresamiento y confinamiento del Dr. Arturo Osores y su hijo en la isla San Lorenzo por seis largos años, Eleodoro Benel con el apoyo de los Vásquez de Lanche (Cutervo) continuó en una lucha de resistencia hasta su muerte, el 27 de noviembre de 1927.
Aparte de las referencias históricas y de algunos capítulos de aquella insurrección descritos por el gran Jorge Basadre en su Historia de la República, de la cual se han valido muchos historiadores nuestros, y del estudio sociológico desarrollado por José Pérez Mundaca (Montoneras, Bandoleros y Rondas Campesinas) y por John Gitlitz (Conflictos políticos en la sierra norte del Perú: La montonera de Benel contra Leguía, 1924), es insuficiente la investigación acerca de esta rebelión.
Hay una gran leyenda llamada Benel, pero seguimos ignorando mucho de aquel episodio que enorgullece a los chotanos.

Semanario Amor y Llaga N° 549

domingo, 9 de noviembre de 2014

No a la impunidad

No le falta razón a un excandidato a la alcaldía de Chota, cuando afirma que la gestión municipal saliente como la entrante son caimanes del mismo pozo (Radio Santa Mónica, 6 nov.). Los calificativos quedan cortos, pero la indignación es muy grande. Más grande aun cuando constatamos la impunidad con que actúan, la protección policial de la que gozan y el amparo de las leyes, hechas a la medida y al gusto de los delincuentes públicos.
Todos los alcaldes que sin pena ni gloria han pasado por la municipalidad de Chota, por lo menos en los últimos 15 años, han sido denunciados y procesados por graves delitos contra la administración pública, pero ninguno hasta la fecha ha sido sentenciado; más bien, la blandura y el pasmoso aplazamiento de los juicios en estos casos, amén de otras artimañas, terminan por prescribir los delitos y de este manera quedan impunes.
 Hemos visto cómo a costa de las arcas municipales se han enriquecido en un abrir y cerrar de ojos, cómo los testaferros de simples bodegueros se han convertido en acaudalados empresarios, cómo las empresas de construcción ganan las licitaciones, cómo se realizan las adquisiciones; cómo algunos regidores, funcionarios y empleados afines no pueden explicar el origen de sus fortunas. Pero nada de ello por lo menos ha sido investigado.
 En nuestro país, lamentablemente, se ha impuesto la cultura de la impunidad de tal modo que las denuncias quedan circunscritas a las páginas de los diarios, a las largas investigaciones de las megacomisiones, a los etéreos expedientes judiciales que bajo sutiles argucias jurídicas se archivan y se olvidan, quedando el país, la ciudadanía y el estado peruano a merced de los alibabás y su incontenible banda de cleptómanos (Carlos Campos Vásquez dixit).
Semanario Amor y Llaga N° 548

martes, 4 de noviembre de 2014

La lucha por la dignidad

La gota que rebalsó el vaso no fue la resolución del JNE, que restituye en el cargo al procesado y suspendido alcalde de Chota, sino la burla y negativa al pedido de rendición de cuentas formulado por el Fudip, que rebasado por los hechos, convocó a una marcha por la dignidad que derivó en la toma del palacio municipal.

Son de sobra conocidos los procedimientos, formas y modalidades de cómo operan las mafias que han convertido a los gobiernos locales y regionales en codiciados botines (¿alguien pretende negarlo?). También es de sobra conocido que los peruanos tenemos un sistema judicial incapaz y corrupto, experto en argumentar, proteger, retardar o hacerlas largas, hasta la absolución y olvido (casos Ticlla, Rubio, Julón).

En tanto los problemas se agudizan y se vuelven crónicos, los actores políticos, unos se engarzan en unas movidas oportunistas para ganar algún cargo público o alguna sinecura; y otros adoptan una actitud indiferente o guardan silencio cuando de por medio están sus copartidarios.

Por ello, la lucha por la dignidad de Chota tiene que ser integral y coherente. Y en el caso de las rondas campesinas no se puede distorsionar su histórica lucha para convertirlas en facciones mercenarias al servicio de una persona, de una autoridad o de un cacicazgo político.

No hay mejor homenaje a Chota que el de luchar por su dignificación.

Semanario Amor y Llaga N° 547

Protestas y afán de poder

Mientras exista personas que no tengan ni la más remota idea de lo que es la dignidad o, en el caso de nuestra provincia, mientras exista chotanos que no tengan ni el más remoto sentimiento del honor, ni autoridades sin el menor sentido de la vergüenza, vamos a seguir siendo un pueblo que ha perdido su capacidad de indignación.
Sin embargo, tomando distancia de esas personas indignas y de esos chotanos pusilánimes y desleales, los espontáneos actos de protesta y reclamos impulsados por maestros, estudiantes, ronderos y trabajadores de salud que se han desarrollado esta semana, nos salva de aquella especie de cobardía colectiva que se ha apoderado de los ciudadanos.
La raíz de los problemas es el enfermizo afán de poder y dinero que, a su vez, ha ocasionado el desgobierno y las pugnas en la Unidad de Gestión Educativa Local, UGEL; los actos de corrupción en la DISA (Dirección Subregional de Salud) y la Municipalidad, además en ésta, la negativa a rendición de cuentas; y los cuestionamientos a los concursos de personal convocados por la UNACH.
Hay muchas premisas para desentrañar la conducta de esa clase de autoridades, pero el psicoanálisis tiene una explicación sencilla: “el afán de poder… no es algo natural en una persona psicológicamente estable; es la expresión patológica de un individuo que en el fondo se siente inferior, excluido, minusválido.” (U. Oberst: Alfred Adler: El poder y la ética).

(Sería una ofensa para Chota celebrar su aniversario con autoridades de esa calaña, que no saben el valor simbólico ni la dignidad de ostentar un cargo público).

Semanario Amor y Llaga N° 546

Una mirada de cerca

A raíz del triunfo electoral del MAS un acólito, emocionalmente ebrio, ha dicho que en Cajamarca nació la nueva izquierda y el nuevo Perú. No creemos semejante mistificación de la realidad social y política, por la simple razón que un triunfo electoral no es garantía de un cambio, menos de una transformación social. Esto ha quedado demostrado en los cuatro años que lleva el MAS al frente de la región. 
Para quienes han pasado de los ideales de una izquierda revolucionaria a los artificios del pragmatismo oportunista, no cabe duda que una votación así, será usada para negociar candidaturas y posiciones hegemónicas con miras a las elecciones generales del 2016.  La unidad de las fuerzas progresistas y de izquierda, desde esa perspectiva coyuntural, no pasará de un matrimonio de conveniencia y una frustración más.
Magnificar de lejos la reelección del MAS-PR sin mirar de cerca los entripados de su gestión no sólo evidencia una mirada miope, sino cierta complicidad con los actos de corrupción. (Veamos los bochornosos casos de la UGEL y la DISA Chota, sólo para señalar los más sonados en estos días). A la corrupción no se la debe tolerar viniere de donde viniere, sea de la derecha o sea de la izquierda.

Y si procede de la izquierda la sanción debe ser mayor, porque sería una estafa enarbolar banderas de justicia social, libertad, honestidad, lucha anticorrupción y, en los hechos, hacer todo lo contrario de lo que se pregonaba desde el Sutep o las rondas campesinas. De modo que la nueva izquierda y el nuevo Perú no pueden nacer desde una orilla maloliente. 
Semanario Amor y Llaga N° 545